jueves, 28 de mayo de 2009

REPUBLICA DOMINICANA Y FINAL

Mi llegada a Santo Domingo estuvo marcada, como los anteriores días, por las lluvias, que se hicieron especialmente intensas al salir del avión. Todos los pasajeros pasamos por debajo del detector de temperatura por la dichosa fiebre porcina, y esque de tanto oirlo al final aburre.

Lo primero que hice fué ir a preguntar la manera más económica de ir hacía el centro, que es donde tenía el hostal reservado. Otra vez, ya ya van muchas, me encontré que la única manera era vía Taxi, y visto lo visto durante el año, si yo fuera el Ayuntamiento de Barcelona sólo dejaría utilizar los transportes públicos en el aeropuerto a los españoles. Parecemos primos pagando en todos sitios y nosotros poniendo facilidades. Hechas las debidas apreciaciones ( fruto de la rabia), sigo con las explicaciones.

Ya resignado, fuí a preguntar precios y a intentar buscar la mejor solución. La tarifa hasta el centro histórico estaba marcada en 1400 pesos ( una pasta) e inmediatamante les dije que me buscaría un compañero para compartir el precio.
Al encontrarla y volver al puesto, el listillo que estaba en el mostrador me dice que el precio son 900 por cabeza. Uffffffffffffffffff!!!!!!!!!!!
1, 2, 3, 4, hasta 50 conté antes de preguntarle con tono de ofendido si me veía cara de imbécil. Y de verdad que lo estaba, y esque parece que por ser turista te puedan atracar y engañar a la cara, y después de un año así, acabas hasta donde no suena de esta gente.

Total, la cosa terminó, y después de hablar con mi compañera de taxi, que para chulos estábamos nosotros y marcamos una nueva tarifa de 1000 por lo dos. Cara por aquí, cara por allá, alguna que otra mala palabra pero al final aceptaron y nos salímos con la nuestra. Ya se sabe que a veces la avaricia rompe el saco.

Ya instalado en mi habitación y con alguna que otra sorpresilla al entrar; llámese 2 americanas demasiado liberales que no les importaba pasearse en tanga y hablarme como si nada. Al principio yo miraba en dirección a los ojos, ya que me sentía algo incómodo, pero después de un rato y ver que actuaban con total normalidad, le resté importancia ( al fin y al cabo ya había estado en las playas brasileñas).
Pues eso, una vez dejadas las cosas y con la tormenta de agua terminada, salí a tener mi primera toma de contacto con la ciudad y la zona donde yo estaba.

De lo primero que me percaté, y que me alivió, fué que los precios aquí son mucho más baratos y si sabes buscar bien puedes comer realmente económico.
En mi caso, y para no romper con la tradición, encontré una pizzeria que por 3 euros podías comer y beber lo que quisieras o pudieras. Me hice cliente habitual y comí los 3 días ahí para después a la hora de cenar tener suficiente con una manzanita.

En cuanto a la ciudad, y para no faltar a la realidad, no me aportó mucho que digamos. Gasté los dos días y medio caminando arriba y abajo, viendo más murallas españolas, más cañones españoles, más casas españolas, más de todo español y lo cierto esque le prestaba poca atención. Todo hay que decir que venir de San Juan afectó, ya que si fa o no fa.....

El único punto de interés estuvo al conocer a Bob, un neoyorquino de casi 50 tacos del cual me hice coleguilla y con el que viajaría posteriormente a las playas del país. Este pequeño gran hombre, o como diría alguna porteña, este Tarzán de maceta, era un tipo curioso, y además de seguir practicando mi inglés y de servirle de traductor, pude hacer más amena la estancia en este lugar.
También me sirvió para irme de fiesta la noche antes de partir, junto con otro chico canadiense. Lo mejor de todo….que se “conmovieron“ tanto con mi historia y con mi viaje que me invitaron a todas las cervezas.
Desgraciadamente y a causa del nulo interés despertado en la ciudad, no tengo ni una foto con el susodicho.

Puesto punto y final a mi estancia en la capital hasta mi partida hacia Madrid, dejé mi mochila grande en el hostal y con la pequeña inicié mi última semana de viaje, mis últimos días de World Trip, los cuales quería gastar en la playa con total tranquilidad.
El primer destino ( y al final el último) sería Las Terrenas, pueblo situado en la bahía de Samaná.

Llegamos al mediodía y después de buscar hotel, nos decidimos por campartir habitación en la primera noche ( Bob se iba al dia siguiente a otro lugar) y de esta manera tener mas presupuesto para escoger uno mejor.
Primero paseos por la playa, visita por el minúsculo pueblo y poca cosa más .

Ya el segundo día me volvia a quedar solo, y después de despedirme de mi corto compañero de viaje, me fui en busca de un hotel que estuviera más a corde con mis posibilidades ( a estas alturas pocas) y poder estar tranquilo en mi última semana.
Al entrar a uno de ellos, yo lo vi de fondo, pero no quise prestarle mayor atención, pero cuando pregunté en la recepción por el precio, y obviamente al descubrirme como español por el acento, me vino por detrás y pegándome una buena galleta me dijo “de donde eres colega”.
No estoy hablando de otro que del mayor exponente de los faranduleros españoles, o como se define el mismo, un producto de nuestra penosa sociedad.
Ahi estaba, a mi lado el señor Coto Matamoros, personaje sin igual con el que todos reímos en aquellas míticas noches de Crónicas Marcianas. Y realmente el título le iba como anillo al dedo, es un marciano en toda regla, no se de donde sale este tipo de gente.

El caso esque después de intercambiar 4 palabras, me dijo que llevaba 2 meses en ese lugar y que me ayudaría a conseguir un buen precio. Se enrolló y tras hablar con los dueños me dejaron la habitación bastante más barata.
El tio estaba viviendo la vida ( llámese vivirla en meterse de coca hasta el culo e irse con alguna que otra chica) junto con su secretario, que era mucho más friki, mucho más personaje que el, del que no me acuerdo el nombre, creo que Jose Luis, pero que bien lo podríamos rebautizar con el de Putero.

Después de instalarme, me puse el bañador ( que apenas me quitaría en toda la semana) y me dispuse a iniciar una rutina que seguí todos los días. Ahi os la explico para dar un poquito de envidia.
Me levantaba sobre las 8, me iba a comprar al super la comida del día y pasaba toda la mañana en la playa hasta las 4. Comía, rato de internet y charlas con unos y con otros ( mayoritariamente con Coto y con el Putero).

Pero como no es oro todo lo que reluce, y escrito así parece el paraíso, también diré que habían dos inconvenientes.
El primero de ellos era el asqueroso clima, o mejor dicho, nuestra asquerosa planificación, y es lo que tiene la improvisación, que acabas aterrizando en el Caribe en epoca de lluvias.
Así, de solecito poco, para que engañarnos, y de lluvias muchas, sobretodo a partir de la 1 de la tarde. Cada día se repetía la misma historia, sobre esa hora llegaban unos nuvarrones negros de cojones que descargaban una cantidad de agua brutal.
Lo cierto esque poco me importaba, ya que la temperatura era muy agradable y me he cansado de bañarme con las trombas de aguas ( que tiene también su encanto). El problema venía cuando salía a dar mis eternas caminatas por las playas con mi I-pod o con la cámara y me enganchaba la tormenta. Ahí tenía que espavilar, y lo curioso del tema esque si lo hacía, si iba rapidito, corría más que las nuves y no me mojaba.

Y como ya se sabe que quien no se consuela es porque no quiere, le encontré dos puntos positivos a este factor. Uno que no tenía que comprarme más protector solar, que ya andaba escaso, y lo segundo que he podido disfrutar de las playas casi como si fueran mías. La gente se quedaba en los hoteles y me dejaban las kilométricas playas para pasear a mi gusto.

El segundo gran inconveniente, y casi mas grande que el primero fueron los millones de mosquitos que viven en esas tierras. Alguno de ellos necesitaba un aeropuerto para poder aterrizar de lo grandes que eran.
Solo la primera noche conté en mis tobillos hasta 50 picadas, y no exagero. Ante esa visión, lo primero que hice fue comprarme el repelente ( con lo que había ahorrado del protector solar ), y mis entradas en la habitación eran de lo más comicas.
Como si de un comando de asalto se tratara, ponía la llave dentro, miraba que no hubiera ningún amigo volador cerca y ejecutaba la operación de abrir, entrar y cerrar en menos de lo que tarda Coto en soltar un taco ( milésimas de segundo).
Aún y así, acabé los días bastante perjudicado, sobretodo en la espalda, donde realmente no tuvieron ninguna piedad los desalmados. Eso si, me convertí en un auténtico “mosquitto hunter”.

Como veis, mis días estuvieron llenos de tranquilidad, solo rota por las malas notícias llegadas desde casa el dia 24, y con las risas y más risas que me producía hablar con Matamoros.
Me contó su vida, me rajó de todos los famosos de nuestro país, futbolistas, toreros, políticos, frikis, ahi no se salvaba ni uno. Era poner un nombre sobre la mesa y el tio lo descuartizaba en segundos.
A pesar de, bajo mi punto de vista, ser una mala persona, me sirvió de divertimento en mi estancia ( a veces aburrida) en las Terrenas. Tenía mi propio y particular show.

El tio viaja una vez al mes a España para hacer una entrevista y se vuelve, ese es todo su trabajo, pero como dice el, tontos los que se lo permiten.
A modo de ejemplo os puedo decir que si bien Prada y yo podemos valorar si un país es caro o barato por el precio del menú Big Mac, el lo sabe por el precio del gramo de cocaína. Fue toda una experiencia conocerle en persona.

Otro de los puntos de interés estuvo en la consecución de la permanencia matemática del Español, después de una temporada nefasta y que nos sirve para irnos a nuestro nuevo pisito amueblado en primera división. Eso sí, habrá que reflexionar mucho para que no volvamos a tener estos "match ball".

Ya de vuelta en la capital, para estar el último día y medio antes de mi partida, me reencontré con mi amigo Bob en el hostal, y decidimos gastar la noche haciendo más cervezas en el mismo bar de la otra vez, donde ya nos conocían y donde nos trataron de 10.
Había llegado ya el 26 de Mayo, esa fecha que marcaba el final del viaje, esa fecha de la que pensaba que no iba a llegar nunca. Pero ahí estaba yo, pasando las últimas horas de viaje a mi manera.
Di una vuelta por las calles, y en contra de lo que me podía imaginar no estaba nervioso. Ya por la tarde-noche, en la habitación, experimenté una serie de sensaciones que no eran ni buenas ni malas, simplemente eran raras, muy complicadas de explicar, y que solo puedo resumir con una onomatopeia, "bufff", pero con muchas "f's".

Dormí bien, y por la mañana estoy escribiendo este blog y solo me queda armar la mochila por última vez ( que descanso) y poner rumbo al aeropuerto para en menos de 24 horas estar ya en Barcelona. Aquí se acaba el reumen de mi viaje.

Fotos:http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada2/BarbeRepublicaDominicana?authkey=Gv1sRgCJLL2aHa75LPKQ#


FINAL

- 357 días.

- 114.000 kilómetros en desplazamientos, más otros muchos en transportes públicos y caminando:

- 29 aviones ( 73.400)
- 17 barcos ( 730)
- 6 trenes ( 6.700)
- cientos de transportes terrestres ( 33.000)

- 22 países

- 23 monedas utilizadas

- 311 canciones en el I-pod

Aquí estoy en Barajas esperando a subirme en el último de los aviones que me lleve de regreso a Barcelona, a casa.
Como aquel 6 de Junio de 2008 en el que respiré hondo antes de levantarme de la cama e iniciar mi último día, ahora me toca volver a coger aire profundamente antes de embarcar en este avión que me devuelva a la vida real.

A llegado el momento de decir adiós a una gran experiencia, probablemente la más grande de mi vida. Un año viajando, pasando del primero al tercer mundo en varias ocasiones, conociendo muchos países, muchas culturas, mucha gente, pero sobretodo conociéndome más a mi mismo.
La gente me dice que debe ser una gozada viajar durante un año, y de verdad que lo es, pero no es turismo lo que hemos hecho ( que también), sino que va más allá.
Es estar un año fuera de casa, lejos de los tuyos, viajando en muchas condiciones diferentes, pasando muchos momentos buenos, algunos malos, pero aprendiendo al fin y al cabo.

Yo no sé que responder cuando me preguntan que a sido lo mejor, y esque la verdad todo y nada a sido lo mejor, no hay un país, una persona, una experiencia que por si sola la pueda valorar como la mejor. Todo en global es lo que la ha hecho especial.
Son muchas las cosas que he vivido, muchas las cosas que he aprendido, y ahora al regresar, no quiero que se me olviden las lecciones de las que he sido testigo.
Podría enumerar casi una a una todas ellas, ya que se quedarán marcadas siempre en la retina, pero prefiero guardármelas para mi mismo, son mi experiencia personal y solo se pueden comprender en una situación y contexto especiales.

Miro al futuro y tengo dudas, sé que es difícil en la sociedad occidental actual salirse de la noria en la que estamos inmersos. Es difícil dejar de dar vueltas al son de un ritmo, de una música predeterminadas.
En mi caso lo hice, salí y he estado 12 meses fuera de ella, viviendo al margen. Ahora que me toca volver tengo la posibilidad de mirarlo desde fuera y escoger en que cesta me quiero meter para iniciar de nuevo con las vueltas y más vueltas.

Hay algunas cosas que las tengo claras, otras esperaré un tiempo para no volver a equivocarme, para que lo que he aprendido en el viaje me sirva, para no dejar de lado todas las realidades que hemos podido vivir en primera persona.

Y esque si una cosa sé, esque somos unos privilegiados, seamos de la clase social que seamos, tengamos un coche, dos o vayamos en bus, ganemos 800 euros o 3000, porque cuando te das una vuelta por este, nuestro mundo, valoras cosas que antes pasabas por alto, das gracias por muchas cosas que despreciabas, y eso, con eso es con lo que me quiero quedar.
Porque ya se sabe aquel dicho de: "solo se vive una vez, y cada uno vive a su manera".


Para terminar quería acordarme de todas aquellas personas que han compartido el viaje con nosotros, ya sean horas, días, semanas o meses, ya que ellos son los que lo han hecho especial, ellos son los que han puesto los complementos perfectos para que la experiencia fuera especial. Y en especial me gustaría mandar un fuerte saludo a esa gente de Chile y Argentina que sé que siguen leyendo este blog.

También en mis últimas líneas, y como no podía ser de otra forma, agradecer a los incondicionales que desde un inicio habéis leído, reído y disfrutado con las entradas que hemos publicado. Ya sé que muchas veces no hemos estado a la altura, pero lo hemos hecho lo mejor que hemos podido o sabido.
Y a tí, ese fan number 1, ya nada más te puedo decir, ya lo sabes todo, has vivido el viaje con casi más intensidad que nosotros, así que lo que tarde el avión en llegar a Barcelona, será lo que tarde yo en montarme a tu cesta, vamos a dar vueltas.

Muchas gracias a todos y vamos allá.....adiós internet, adiós blog, a partir de ahora en persona, y hablando de personas.....me voy a conocer a una mujercita llamada Laura.

martes, 19 de mayo de 2009

Prada: Bolivia (II)

Una vez terminado el tour por el Salar de Uyuni cogí un autobús (para variar) hasta la ciudad de Potosí, la ciudad más alta del mundo, aunque aún más célebre por su actividad minera.

Potosí es una ciudad mediana colgada a 4.100 metros de altura a la que llegué en compañía de Jesús, Hilton, Maria y Fede, quienes fueron parte del grupo con el que recorrí el Salar. Su principal atracción son, como decía, sus laberínticas minas, así que ya en el primer día de visita fuimos derechos a verlas. Junto a Fede, Alexandra y Orelí (dos francesas que conocimos en el hostal) nos unimos a una expedición para visitar las minas cuya guía era Helen, una auténtica leyenda viviente entre los guías locales. La verdad es que la chica lo sabía todo y más sobre las minas. Para visitarlas tuvimos que vestirnos de minero y comprarnos hijas de coca para soportar el calor, la altura y el cansancio físico que supone el caminar por sus adentros. Además, es tradición compartir las hojas de coca y algún refresco con los propios mineros, así que entramos a las minas bien cargados de provisiones.

La visita fue bastante impresionante y hasta cierto punto chocante por ver en qué condiciones trabaja esa pobre gente y el esfuerzo y horas de trabajo que conlleva trabajar en las minas. La verdad es que es increíble el peligro que supone para los mineros trabajar con explosivos en unos túneles tan pequeños y con tan poca equipación. Fue muy interesante tener la oportunidad de charlar con ellos, quienes nos hicieron una demostración de cómo explota la dinamita y todos nos quedamos perplejos. Vaya explosión.

En Potosí poco más hicimos. Todos íbamos con cierta prisa así que después de recorrer rápidamente el centro de la ciudad con Fede (incluido el campo de fútbol del Real Potosí, el más alto del mundo) pusimos rumbo a Sucre, ya sin Jesús, Maria y Hilton, que se quedaron algún día más en Potosí. En el autobús coincidimos con Lorena, Lucía, Inés y Sabrina, cuatro uruguayas que estuvieron en nuestro grupo de visita a las minas. Al llegar a Potosí, a las tantas de la madrugada, nos hospedamos en el que fue seguramente el peor hostal de todo el viaje.

Sucre es una ciudad bien distinta a La Paz o Potosí, sensiblemente más desarrollada y rica, y por ello algo más bonita. Después callejear un poco por la ciudad (a 3.500 metros de altura el callejeo es siempre duro) nos dirigimos a la ciudad (si es que se puede llamar ciudad) de Tarabuco, donde los domingos tiene lugar el mercado ambulante más grande de América del Sur. Ciertamente, el mercado es enorme y hay auténticas gangas, aunque, a decir verdad, esperábamos algo más. Nos habían vendido que en el mercado era además una especie de carnaval muy pintoresco que, quizá habiéndonos creado falsas expectativas, nos decepcionó un poco. El carnaval no estaba mal pero era algo rudimentario y el mercado era enorme pero solamente se vendían unos cuantos productos artesanales que iban repitiéndose de puesto en puesto. La mayor curiosidad fue ver llegar el helicóptero del vicepresidente boliviano, que aterrizó en la ciudad entre aplausos y gritos de los incondicionales de Evo Morales, muy querido en la zona, si bien muy odiado en otras partes de Bolivia. De vuelta a Sucre, salimos una noche con las chicas Uruguayas y poco más. Yo no hice muy buenas migas con algunas de ellas porque estaban un poco recelosas con los españoles y yo quemado de la gente recelosa con los españoles, que no es poca en Suramérica.

Desde Sucre viajé, ya solo, otra vez hasta La Paz, donde había quedado en verme con las ya archifamosas Rapitencas, con mayúscula. Y así lo hice; me instalé de madrugada en el hostal en el que ellas, me habían dicho, se hospedaban, y por la mañana me despertaron ellas mismas. Ellas se fueron al día siguiente a Sorata, un pueblito de montaña (no puede ser de otra manera en Bolivia) muy tranquilo perdido en las montañas bolivianas. Yo, por mi parte, me quedé en La Paz un par de días para hacer unas gestiones con los billetes de avión y quedé con ellas en reunirnos en Sorata al cabo de unos días.

Nada que destacar de lo que hice en La Paz. Puro trámite. Así que a los dos días de haber llegado puse rumbo a Sorata donde me reencontré con las Rapis y toda su tropa de secuaces. Los presento; Pablo, bonaerense de 21 años, más argentino imposible, malabarista, equilibrista, payaso, violinista, guitarrista y todo lo que tenga que ver con el mundo del espectáculo y especial el circo; y Tico y Ana, una pareja de "gironins" (la parella més ben parida de Girona, tot sigui dit) que por entonces estaban recorriendo Suramérica durante unos meses. Por cierto, Tico es batería del grupo Fias-ko, que acaba de sacar disco.

Sorata es la gloria. Precioso y relajado. Nuestras actividades no fueron más allá de caminar, tocar la guitarra, el violín, aprender a ir en mono ciclo y montar unas jam-sessions a guitarra, violín y charango (como una guitarra pequeña) de mucho cuidado con los hippies del lugar, en lo más cerca que he estado en mi vida (de largo) de poderme autoporclamarme hippie. Menos en las drogas y la chaqueta North Face, fui en hippie por unas horas. Quién me ha visto y quién me ve ;)

De Sorata fuimos hacia Copacabana (Bolivia, no Brasil). Copacabana es un pueblito a las orillas del lago Titikaka, falsamente considerado el lago navegable más alto del mundo (los hay más altos en Perú). La idea en Copacabana era pasar un par de días antes de irnos a la Isla del Sol, una pequeña isla que flota a los 3,600 metros a los que está situado el Titikaka. Copacabana no tiene demasiado para visitar, así que nos dedicamos a seguir aprendiendo a hacer malabares, tocar el violín, la guitarra y todo lo que pudiera tocarse. De tanto teje y maneje a guitarra y violín, Pablo (el violinista) y yo nos convertimos en algo así como una pareja artística. Por eso, y como Pablo se pagaba el viaje a base de ir tocando el violín en restaurantes y garitos locales, me ofrecí para hacerle de acompañamiento con mi guitarra. Y allí estuve, con mis maneras de San Ignacio tocando tangos por restaurantes y garitos de un recóndito pueblo en las alturas bolivianas. ¡Hasta pasé la gorra! La verdad es que lo hice para ayudar a Pablo, pero me lo pasé "teta".

De Copacabana a la Isla del Sol en barco. En el barco conocimos a un chico de Sabadell, Icard, que se unió a nosotros durante los días que pasamos allí. El barquito nos dejó en el lado sur de la isla y, como no podía ser de otra manera, tuvimos que caminar unas cinco horas para llegar al lado norte, que era nuestro destino final. La llegada, después de haber pasado dos horas en un barco y cinco caminando con la mochila a la espalda, fue muy reconfortante. Nos hospedamos en un hostal familiar a orillas del lago y lo primero que hicimos fue ir a bañarnos. Agua helada, por cierto.

Lo que vino después fue ya lo de siempre; malabares, violín, y relax, mucho relax. Aprovechamos el estar a orillas del lago para alimentarnos bien a base de trucha. Una de ellas pareció no sentarme bien porque el segundo día de estar allí tuve la peor enfermedad que he tenido en el viaje. El dato: quince veces al lavabo en una sola noche. Ahí queda. Al siguiente día tuvimos que marcharnos a la fuerza ya que no nos quedaba dinero para pasar una noche más allí y en toda la isla no existe un misero cajero automático. Así que, con una bomba de relojería en el estómago, me metí en un barco durante dos horas hasta llegar a Copacabana. Tengo que decir que, aunque fue mejor de lo esperado (antes de subir al barco tuve pesadillas diurnas en las que tenía que sacar el trasero por la borda), fueron dos horas agónicas en las que tuve que desplegar técnicas avanzadas (Barbe, tú ya me entiendes) para no irme por la pata de abajo...

Ya en Copacabana de vuelta, me quedé un día más allí con Icard para recuperarme mientras las rapitencas y toda la troupe iban cruzando la frontera hacia Perú. Se acababa Bolivia, quizá el lugar dónde "peor" lo he pasado a causa de las enfermedades. Peor entre comillas, claro, porque ¿qué mal se puede pasar cuando se llevan diez meses de vacaciones? ;) Una vez recuperado, yo también salí camino hacia Perú, que será cosa de la siguiente entrada.

Hasta la próxima.

Fotos:

http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada2/PradaBoliviaII#

Un abrazo,

Prada

sábado, 16 de mayo de 2009

Barbe Miami y Puerto Rico

Llegado después de un largo camino desde La Habana, me dirigí a la playa de South Beach, de la que todo el mundo hablaba maravillas, y busqué algún hostal que estuviera bien de precio. Lo encontré, y no me puedo quejar, ya que estaba en primera línea de playa, y en plena calle de fiesta.
Me acomodé y me preparé para mi corta estancia en Miami. No tenía muchas ganas de nada, venía cansado de todas las experiencias en Cuba, y necesitaba unos días de tranqulidad, sin sobresaltos.
Ahí estaba yo, con otro nuevo cambio radical de realidad, en otra ciudad americana llena de guapos y guapas que pasean en sus cochazos y lucen sus musculitos y cuerpos de escándalo en la playa. Para que engañarnos......vaya mujeres!

Del primer día poco que contar, hice las correspondientes llamadas a la família y amigos por el tema de la gripe porcina, y me fuí a dar una vuelta por la playa y el paseo marítimo para tener una primera toma de contacto. Por la noche, caí rendido muy pronto, y no quise saber nada de irme de fiesta, a pesar del ofrecimiento de mis compañeros brasileros de habitación.

Con las pilas cargadas, inicié el segundo día sin ningún tipo de prisa, estando toda la mañana en la playa, tirado como un lagarto, y bañándome en las aguas transparentes.
Ya por la tarde me fuí a pasear por las calles, y comprobé que había cambiado de país y de lugar pero no de gente alrededor. Y digo esto porque Miami está plagado de cubanos, y cuando digo plagados esque hay más que americanos.
Si sumamos esta comunidad con la de mejicanos y puertoriqueños, ya nos sale una combinación en la que tienen sus propias radios y cadenas de televisión en castellano, escuchas más español que inglés por la calle y te encuentras situaciones como un día en la playa un padre diciéndole a su hija que estaba jugando en la arena: " dont' go ni pa ya, ni pa ya", eso es, pensé yo, así se habla.
Lo cierto es, que si fuera americano me daría bastante rabia la situación, ya que hay muchos que no tienen ni idea de inglés, pero bueno, a mi ya me estaba bien.

Con la imagen de la mañana, una playa llena, repleta, de gente jóven, en lo que vendría a ser algo así como la Ibiza de América, todos con ganas de fiesta y de pasarlo bien, me dije que no podía irme sin salir al menos una noche por ahí.
Así que me fuí con los brasileros en busca de juerga. Nos decidimos por un club llamado "Mansion", el más popular y conocido ahora mismo en la ciudad ( ya que iba, lo hacía a lo grande).
Cuando me dijeron que la entrada eran 30 dólares sin consumición casi me da algo, pero bueno, me dije a mi mismo que era mi último caprichito del viaje.
El desfile de gente era impresionante, llegaban con sus coches de altísima gama, le dejaban las llaves a un aparcacoches, y pasaban por la zona de Vip's. Los de la cola nos lo mirábamos con cara de resignación.

Después de un buen rato en la fila, por fin entramos y pasamos toda la noche de aquí para allá. Eran unos buenos personajes además de unos señores fiesteros.
Terminado lo bueno, y haciendo reflexiones post-farra, me autoimpuse, por lo que quedaba, un arresto domiciliario voluntario a partir de las 22h.
Y esque la fiesta que había en esa ciudad, y en particular en esa discoteca no se puede ni nombrar, y al estar en Miami, los precios de las cervezas no eran que digamos baratos. Así que para evitar otra noche de descontrol, tanto física como en el bolsillo, creí que esa era la mejor solución. Fuí fuerte de mente y al final lo cumplí, aunque no resultó nada fácil.

Así, los siguientes dos días los gasté única y explusivamente en la playa y por la noche en el hostal hablando con uno y con el otro, y mirando de reojo a los que se iban de marcha...jajajaja. Me ayudó que mis amigos se marcharan y sus substitutas como compañeras de habitación eran de lo más tranquilitas.

En una de las mañanas, y esque poco más hay que contar de unos días de playa, asistí en directo a la típica persecución amerciana detrás del delincuente.
De repente un hombre se metió corriendo en el agua sin quitarse la ropa, y acto seguido aparecieron hasta 6 policías detrás.En lugar de meterse tras él, lo comunicaron por radio, y en menos de 5 minutos estaba ahí movilizada media comisaría.
Entre la lancha que trajeron, los salvavidas, los policías y los bomberos, los allí presentes ( que mirábamos perplejos) contamos hasta 25 personas.
Ya habían quinielas de a cuantos había matado ese hombre, y cuando lo sacaron del agua, lo arrestaron ( también al puro estilo americano) y se lo llevaron, alguién preguntó a un policía y la respuesta fué que había ido por la calle amenazando con una pistola ( que después resultaría ser falsa). Otro loco más de este país.
Evidentemente lo tenían que detener, pero lo que nos pareció exagerado fué el despliegue de medios utilizados.

Mi estancía había llegado a su fin, y el día 11 después de comer ya me dirigí de nuevo al aeropuerto para poner rumbo a Puerto Rico. Los días me habían ido perfectamente y me sirvieron para descansar y volver a cargar las pilas para el tramo final de mi viaje.

El trayecto, que tenía que ser sencillo, se complicó por el retraso en el vuelo y acabé llegando a San Juan pasadas las 11 de la noche.
Esto hizo que al preguntar la manera de llegar al centro, me dijeran que el único medio de transporte que había a esas horas era taxi ( 30 dólares).
Además me comunicaron que en el país no existe el hostal como concepto y que tenía que buscar bien una guest house porque sino los precios oscilaban entre 70 y 100 dólares la noche.
Con toda esta información, y después de pensarlo 5 segundos, me decidí a trasnochar en el aeropuerto, ya que a esas horas sabía que no encontraría nada económico, además de tener que pagar el taxi.

De esta manera, con los más de 80 euros que me había ahorrado, me metí una buena cena y busqué el mejor sitio para pasar la noche ( total, ya estaba acostumbrado).
El problema fué que en todo el maldito aeropuerto no había ningun banco o silla sin el típico reposabrazos, lo que hacía que estirarse fuera del todo imposible. Otro inconveniente fué el altísimo aire acondicionado que tenían.
Me puse como pude, con un invento con las mochilas, me metí dentro del saco y dormí ( fatal) hasta las 5 de la mañana, que me fuí a desayunar algo y en busca del primer bus, que salía a las 6.

Puerto Rico, al ser parte de los Estados Unidos, carece de moneda local y funciona con dólares americanos, aunque ellos, y supongo que a modo de preservar su antigua moneda, le llaman pesos. Las diferencias con lo que había visto en la isla vecina de Cuba eran exageradas, y desde un principio ya ví que ese país está totalmente supeditado a los yanquis, al igual que lo estaban los cubanos antes de la revolución.


Llegué temprano al "viejo San Joan", parte histórica de la ciudad, fundada por los españoles a principios del siglo XV y que conserva en perfecto estado todo el sistema de murallas que la protegían, en lo que fué uno de los puertos más importantes de la época.
El lugar es pequeño y muy turístico, con lo que encontrar un lugar económico fué tarea complicada.

De inicio me fuí a una mujer que estaba barriendo las calles a ver si sabía algún particular que alquilara habitaciones, y me llevó a un bar, donde hablé con un chico que me dió el precio de 25 USD. La noche anterior me habían avisado que si encontraba algo de menos de 35 no dudara, que no es habitual.
Fuimos a ver la habitación en cuestión, en un edificio privado, y lo que ví fué un antro de muchísimo cuidado. Sin ventanas, muy pequeño, con olor a tabaco, etc etc. Por un momento dudé, y estuve a punto de aceptar lo que hubiera sido el peor sitio de todo el viaje.
Suerte que al final el sentido común se apoderó de mi y salí del lugar por patas. Al fin y al cabo, ya llegaba el final del año y seguro que mis señores padres accederían a dar una ayuda para que su hijo no durmiera allí....jajajajajaja.

Cargado con la mochila, y con una lluvia que empezaba a caer, caminé casi todo el centro en busca de algo mejor en cuanto a calidad precio. Al fin, encontré una Guest House que me daba una tarifa inical de 45, pero con las técnicas de regateo aprendidas durante tantos meses, el precio lo fije en 30 y el sitio era 10 veces mejor que el otro.
Lo primero que hice al llegar a mi habitación privada fué descargar todo, secarme, y meterme a dormir una buen rato para recuperarme de la noche infernal que había pasado.

El primer día no pude conocer mucho, ya que la tormenta duró practicamente hasta las 6 de la tarde, pero lo poco que pude ver hasta que se hizo de noche me gustó bastante, paseé por las murallas y por las calles adoquinadas, que le dan a la ciudad un toque muy especial.
Me retiré al hostal en el que estuve dándole clases de informática a la hija de la dueña ( quien me lo iba a decir a mi, con mi poco conocimiento), y esque lo de internet es un mundo casi desconocido para muchas personas.

Durante mi segundo día la actividad fué nula, y esque a parte de madrugar para hablar con los de Radio Marca, me tiré el resto de horas metido en la habitación leyendo o en el pasillo robando internet a algun vecino confiado. La tromba de agua fué tanta, que hasta salir a comer y a comprar la cena resultó tarea complicada. Viva el caribe y su sol pensé yo.

Suerte que los dos últimos días por fin el tiempo cambió, y a pesar de no tener un sol radiante, al menos pude salir a conocer en profundidad la ciudad, y poder pasear una y otra vez por los mismo sitios. Como he dicho antes, el lugar es muy pequeño, y con uno o dos días ya te lo puedes caminar con los ojos cerrados.
Las tardes las gasté con internet, poniendo al día algunos asuntos, y relajandome lo máximo posible. Lo cierto esque los pensamientos del regreso ya empezaron a invadirme, y no fué tarea fácil evadirlos y seguir disfrutando del momento.
Pero ya se sabe que un año es mucho tiempo, y cuando ves el final tan cerca, es inevitable las sensaciones que yo estoy teniendo y que son parte de mi experiencia y de mi viaje.

Ya para terminar mi estancia en San Juan, gasté el último de mis días en la playa intentando captar algún que otro rayo de sol despistado y ahora mismo por la noche, terminando este post, y a punto de irme a la cama para mañana irme dirección al aeropuerto para hacer la última parada de mi World Trip.
Esta no es otra que la República Dominicana, donde esperemos que el tiempo me acompañe más y pueda exprimir mis últimos días y experiecias.

Sin más, ya os dejo hasta la próxima, lo que será la última entrada, pero para la que aún queda un tiempecito.

Aquí van las fotos: http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada2/BarbeMiamiYPuertoRico#

Barbe

lunes, 11 de mayo de 2009

Barbe Cuba

Antes de empezar, y como el que avisa no es traidor, decir que esta entrada me a quedado un poco larga. Lo días que me tocó escribir estaba bastante inspirado, además que a sido un país en el que me a pasado de todo.
Así, si alguien lo quiere leer todo seguido y no tiene tiempo o está perezoso, que lo deje para otro día...hechas las advertencias, aquí está:


Ahí estaba yo en el aeropuerto de Cancún esperando al vuelo que me llevara a la Habana. El más económico de ellos lo había encontrado en la compañía "Cubana de Aviación", que opera sus vuelos con unos "modernos" yakolev-42 rusos.

Al entrar al avión ya me dí cuenta que me estaba metiendo en un mundo diferente, y precisamente es lo que buscaba. Como si de un bus asiático se tratara, la gente metía el equipaje de mano donde podía, y esque era tanta la cantidad de pertenencias que llevaban, que los compartimentos se llenaron enseguida.
Sin alarmarse lo más mínimo, las azafatas indicaron a los pasajeros que lo colocaran encima de los asientos de las primeras filas, que no estaban ocupados. Así, pusieron como pudieron toda sus cosas, y allá íbamos, de camino a Cuba, con el avión hasta los topes.

Mis compañeros de viaje fueron, por un lado un cubano-americano que volvía a la isla con sus colegas estadounidenses para pescar, y en el otro, un señor con apariencia cubana muy poco comunicativo.
El vuelo en sí tenía que durar sólo una hora, pero ya cuando estábamos llegando, nos dijeron que el aeropuerto de la Habana estaba cerrado por "operaciones institucionales" y que nos teníamos que desviar al de Varadero para esperar ahí. En ese instante, y con el avión en marcha, mi compañero cubano se levantó y ya nada más se supo de él . Llegamos a la conclusión que era un policía comunista.

Con una espera de hora y media en la terminal de Varadero, en la que estuve ojeando libros y guías, y con otros 25 minutos de vuelo hasta la capítal, por fin llegamos al destino final y empezaba realmente mi estancia en la isla.
La salida de maletas fué sin duda la más curiosa de mi viaje, y probablemnte de toda mi vida. En aquella sala estaban todas las famílias recogiendo sus interminables bultos, yo no sé como pudo entrar todo aquello en el avión. Así, ibas oyendo cosas como: " abuelaaa! ha salido ya la tele?" o "agarra el microondas!!"...Mi maleta tardó lo suyo y llegó otra vez rota por el mismo sitio donde ya la tenía cosida.

Al dirigirme a la información turística, me dí cuenta de dos cosas: la primera de ella esque Cuba no es nada barata, y los alojamientos menos. Descartado el hotel por el precio, y sin poder ir a un hostel ya que no existen, la única alternativa que me quedaba, y que para nada me desagradaba era irme a alguna casa particular.
El gobierno de Fidel permite a las famílias que cumplen una serie de requisitos, tener una o más habitaciones disponibles para rentar a los turistas y de esta forma ganarse unos pesos de más. El precio de estas habitaciones oscilan entre 25 y 40 pesos la noche, mientras que las otras opciones no bajan de 50.

Lo segundo que me enteré, esque el listillo ha implantado una segunda moneda para poder atracar mejor a los turistas. Así, mientras un peso cubano nacional equivale a 0.03 euros, el peso convertible está a 0.90 euros. Como veis, la diferencia es avismal, y en TODOS los sitios de turistas sólo aceptan el convertible.

Con estas dos nuevas ideas en la cabeza, y viendo que la única manera de salir del aeropueto era cogiendo un taxi y pagando en convertibles, decidí hablar con más personas y dividir el coste. Al final pagamos 10 pesos ( igualmente mucho dinero) cada uno por el trayecto.
Ya en el taxi, y con la intención de alojarme en el barrio de Habana centro o Habana viejo, le pregunté al conductor si sabía algún sitio de los baratos, y evidentemente me respondió que sí. Yo no sé si eran família o se llevaba comisión, pero llamó por teléfono y me arregló una habitación de 25 pesos ( obviamente convertibles).Al llegar al edificio en cuestión, subí con él, me presentó a las dueñas y se fué.

Mi nueva família durante mi estancia en La Habana iban a ser una abuela, madre e hijo, de nombres "La China", Xiona y Joel. Me enseñaron mi cuarto, una habitación enorme con dos camas de matrimonio, lavabo dentro y con vistas a toda la zona antigua de la ciudad ( era un piso 8). Lo cierto esque tuve bastante suerte.
Descargadas ya las cosas, la madre me dió las explicaciones pertinentes sobre lo de las monedas, en donde podía comer con moneda nacional, donde podía encontrar las cosas más baratas, etc, etc. También hablamos un poco sobre el país, la situación en la que están ( me sorprendió que usen mensualmente la cartilla de racionamiento), los puntos de interés de la ciudad, y en general de la isla. Ese era el plan que quería llevar en Cuba para poder conocer realmente la realidad de la gente, y esque metiéndose en los resorts no puedes llegar a saber según que cosas.

Una vez terminado, me fuí a cenar a un restaurante que me recomendaron y que la verdad estaba muy bien la calidad-precio, y después de la cena me decidí a conocer un poco de la noche cubana.
Sabía que no era ni la ciudad ni el barrio más seguro, pero yo había salido con el dinero justo y con la intención de exprimir al máximo mi estancia ahí.
Enseguida ya tuve compañía, se trataba de Jose, un ex-boxeador que acaba de salir de la comisaria por haber discutido con un policía.Estuvimos largo rato caminando juntos, mejor dicho él a mi lado, y como no podía ser de otra manera, al final me pidió dinero para comer. Yo le respondí que si tenía hambre yo le compraba algo en un sitio de nacionales.
El hombre, que todo hay que decirlo era de puta madre, accedió, y nos dirigimos a un puesto de venta ambulante en el que por medio euro se comió una cajita de pollo con arroz.

Yo pensaba que al pagarle la comida ya se iría, pero más que dinero el hombre buscaba alguien con quien charlar, y la verdad, a mi no me importaba hablar con alguien local a la vez que iba escoltado por un boxeador.
Hablamos duante mucho rato mientras caminábamos las oscuras calles de la Habana Vieja, y en algunos momentos pensé que estaba cometiendo una imprudencia, que me iba a quitar hasta los calzoncillos, pero dejé llevarme por mi intuición y esta no me falló.

Me llevó a los locales de moda, donde todas las chicas esperan a los turistas en la puerta para que estos las entren y después... pues después todos sabéis lo que pasa.
Como evidentemente este no era mi plan, y estaba a gusto escuchando a Jose hablarme de las realidades de su país, de la mala situación en la que están muchos de ellos, y de lo pesimista que era de cara al futuro, decidí invitarle a un trago y seguir paseando por la ciudad.

Acabamos la noche en el faro, cerca de la avenida del malecón, después de haber estado 3 horas hablando. Ahí ya vi que nuestros caminos se tenían que separar, ya que sus intenciones eran, cuanto menos, una poco raras, y su sugerencia fué que acabaramos la noche espiando a las parejas que se hacían cariñitos por aquellas zonas.
Después de flipar durante unos momentos, le dije que yo me iba para la casa, nos despedimos y me volví con un ritmo un poco más elevado y estando atento a la gente que tenía detrás. Aquí finalizaba mis primeras horas y lo hacían con un muy buen sabor de boca. Ahora me tocaba descansar en mi cama gigante para afrontar el siguiete día.

Por la mañana la abuela me tenía preparado un café con trozos de pan y mantequilla. Me trataban mejor que un hotel, y estaban muy atentos en todo momento.
Fué durante el desayuno que la mujer me dijo que la vecina de enfrente había asesinado a su marido la noche anterior y se había intentado suicidar. Me quedé de piedra, pero estas son las cosas que tiene el meterse de cabeza a vivir un país de verdad.

Otra de las peculiaridades era que yo no tenía llave de la reja de entrada de la casa, solo me habían dado del portal y de mi habitación ( que nunca utilicé). La razón para no darme llave, era que tenían que controlar y pedir el dni de todos/as las personas que entraban en la casa, y como me dijeron, muchos de sus clientes traían "compañía".
Yo ya les avisé que no iba a ser mi caso, pero igualmente prefierieron seguir las normas, y siempre me encontré a la abuela en casa dispuesta a abrirme. Todo sea dicho, me daba un poco de cosa llega tarde, pero eran sus requisitos no los mios.

Bien desayunado y duchado, estaba listo para pasar todo el día caminando por la ciudad y para prepar toda mi estancia en el país. Salí del piso, y superado el tumulto de policías y enfermeros que habían en el rellano a consecuancia del caso de la vecina, puse rumbo hacía el Capitolio, esta vez armado con mi cámara de fotos, y disfrutando de los coches de época que circulan por la calles.
Son coches americanos y rusos de los años 50, que increíblemente siguen funcionando y que le dan a la ciudad un colorido muy especial. Al principio te sorprenden y quieres sacarle fotos a todos, pero más tarde acabas por acostumbrarte.

Del Capitolio, cogí la calle principal peatonal, llamada Obispo que me llevó entre galerías de arte y tiendas de manualidades y souvenirs hasta el mar, en donde, y por ser sábado, habían montado un mercadillo donde podías encontrar de todo. Me tiré allí más de 2 horas, buscando y rebuscando, libros antiguos, discos de vinilo, tallas de madera, todo tenía un encanto brutal.
Me podría haber quedado todo el día allí, pero tenía que seguir con mi ruta y el siguiente punto era encontrar un sitio donde me alquilaran una bicicleta por 10 días a un precio razonable.
La bicicleta la quería para recorrer toda la costa cubana, y des esta forma, ahorrarme el transporte, pero sobretodo, para poder tener mi independencia de horarios y de paradas.

Lo que puede parecer algo simple en España y en el resto del mundo, como es alquilar una simple bicilceta, en Cuba no lo es, y esque en este país carecen de casi todo. El bloqueo al que han sido sometidos ( por propia voluntad), les ha hecho que todo, absolutamente todo, cueste mucho de conseguir, y sus precios sean bastante más elevados. Parece que hayan parado el tiempo y que estén viviendo en los 60.

Después de preguntar y caminar un buen rato, encontré un solo lugar donde alquilaban algo que se parecía a una bicicleta. Eran muy antiguas, y las más modernas ( yo necesitaba una mountain bike) no estaban en el mejor de sus estados.
Al preguntar su precio ya acabé de acojonarme, y esque me pedían en un inicio 12 pesos convertibles por día, y con la negociación solo pude llegar a los 80 por los 10 días.
Al final de todo, y cuando yo le dije que por ese precio yo me compraba una nueva y luego la vendía, me comentó que era una buena opción, y que él me la compraría. Así, me fuí a informar sobre precios y opciones para poder cerrar un trato.

La búsqueda no fué tampoco sencilla, y cuando lo encontré me decidí, evidentemente por la más barata ( 125 pesos), a los que tenía que sumar 5 por el montaje.
Quedamos en que la pasaría a buscar el Lunes y volví rápidamente a mi amigo el rentador de bicis a negociarle un precio de venta. En el camino iba yo pensando como podía hacer para sacarle el mayor provecho, y así pensé que si le decía que me había costado 150, seguro que por 75 me la recompraba.
Al llegar, y esperando yo una negociación dura, el tio estaba sentado en la calle con otros 2 colegas, al más puro estilo " me estas estresando" y cuando le dije lo que me costaba me respondió que me pagaría 100 a mi vuelta. Me quedé tan sorprendido que ni intenté ( podría haberlo conseguido) subirle la cantidad. Consideré que 30 pesos ( 25 euros) por 10 días de transporte en bicicleta nueva no estaban tan mal. Ya se sabe que tampoco hay que ser mala persona.

Todo contento con mi gestión en el tema "bicicleta" y ya habiéndome quitado un peso de encima, me dirigí a comer algo en uno de los puestos de bocadillos que hay en la calle y en los que puedes pagar en moneda nacional. Me sorprendió tanto como atracan al turista que no puedo no ponerlo en estas líneas de mi blog.
A la hora de ir a pagar un bocadillo pequeño, me dicen que eran 5 pesos. Aquí empezó a trabajar mi cabeza, "nacional o me ha visto turista y ya me dice el precio en convertible?" . Ante la duda me responde, sin ningún tipo de tapujo: nacional 5, convertibles 2.
Ahí no pude reprimirme, y se lo tuve que decir, y esque 2 convertibles son 50 nacionales.
Después de mi argumentación matemática en medio de la calle, creo que la chica aún sigue pensando que no es un robo. Pero bueno, yo me quedé más tranquilo, y al final le pagué los 5 nacionales.

Seguí callejeando por la ciudad en busca de mi siguiente destino, la Universidad de la Habana. Y esque este verbo que tanto hemos utilizado en el blog, coge su mayor expresión en este lugar, ya que moverse en taxi, a parte de costarte dinero, te hace perderte un montón de rincones increíbles, no puedes sentarte en un parque a ver como los niños juegan a baseball ( los más afortunados con bate, pelota y guante, los menos con un palo de madera o metal y un tapón de botella como pelota), no puedes escuchar las conversaciones de las personas, en definitiva, te pierdes la esencia de la ciudad, y por lo que a mi me gustó tanto.
Me perdí por los barrios residenciales, que por ser sábado tarde estaba la calle llena de gente. Nadie me dijo nada, yo saqué todas las fotos que quise, y seguía mi camino. Al fin, después de caminar mucho, llegué a la Uni.
A parte de los edificios, poco más pude ver ya que estaba todo muy tranquilo, y lo dejé como asignatura pendiente antes de irme del país, si coincidía con algún día lectivo.

La última parada de la joranda era la zona más conocida de todas, la plaza de la revolución, en donde está la silueta del Ché en un edificio. Llegué, tomé las pertinentes fotos y puse rumbo de vuelta a la casa sin perder demasiado tiempo allí. Y esque de verdad, lo mejor de la ciudad es perderse en sus calles y barrios, observando la vida de la gente, observando el estado de las construcciones, observando la inmensidad de carteles y propaganda comunista y socialista que hay por todas partes. En mi caso estaba acentuada ya que en pocos días ( 1 de mayo) se cumplían los 50 años de la Revolución.
Por fin llegaba a la casa, y después de hablar un rato con la abuela y la madre, cené algo y me retiré a dormir para recuperar loas fuerzas.

A la hora del desayuno, y aprovechando que la madre tenía fiesta al ser domingo, estuvimos charlando un rato más, de varios temas, y el que me sorpendió más fué cuando me preguntó que porque el gobierno español seguía pagando ayudas económicas a gente como su madre ( por ser hija de españoles) si el país estaba en una crisis tan grande.
Obviamente no tenía respuesta alguna a esa pregunta, ya que yo mismo me quedé parado, y lo único que se me ocurrió fué decirle que éramos así de generosos. Y de verdad que lo somos, ya que no sé que hacemos "regalando" este dinero cuando tanto lo necesita la gente allá. Consideraciones a parte, me arreglé y me fuí en busca de un hotel que diera mi querido Español.

Busqué en varios, como si de un cliente se tratara, y al ver que los diferentes canales de televisión por cable no daban ninguna importancía a nuestro equipo, me resigné a pagar la conexión a internet, de la que solo disponen los hoteles de lujo, en otro aspecto más del régimen castrista. No quieren que nadie tenga acceso a la red, y solo trabajadores de rango disponen de ella.
Pagué el precio más caro hasta la fecha, 8 dólares la hora por una conexión lenta. Pero todo valió la pena, 2-0, racha impresionante con nuestro Ché particular ( Pochettino) y por fin después de 4 larguísimos meses salíamos del descenso. No podía pedir más, y la gente de mi alrededor alucinó un poco con mis reacciones, pero a mí tanto me daba, después de un largo, larguísimo túnel, por fin veíamos la luz al final, y esque este aspecto es el único que me a tenido intranquilo durante todo mi viaje.

Con la alegría en el cuerpo, me tiré el día entero haciendo kilómetros y kilómetros por las calles de La Habana, viendo como las construcciones van derrumbándose progresivamente a causa de la falta de inversión en la rehabilitación. Todas las calles parecen iguales, pero a la vez distintas, no me preocupé por que barrios estaba caminando, solo miraba, hacía fotos y disfrutaba del momento.
Así, me recorrí además de varios barrios, gran parte del malecón, con sus vistas al atardecer, y puse rumbo de regreso por las callejuelas de la ciudad. Me gustaba ser el único turista que caminaba por ahí, y como pasó el día anterior, nadie me miró mal, nadie tuvo una mala palabra, y eso me daba aún más confianza.
Antes de retirarme a la casa ha hacer la mochila para el día siguiente, donde iba a iniciar mi ruta de 10 días por las provincias de Cuba, me tomé una cajita callejera de pollo frito, que me supo a gloria, tanto en el estómago como en el bolsillo.

Aquí terminaba mi primera estancia en la capital del país, en la que estaría un día más a mi regreso. Dejé la mochila grande en la casa y me fuí a recoger la bicicleta que había encargado unos días antes. Este iba a ser, sin saberlo, uno de los días más largos de los casi 11 meses de viaje.
Llegué al centro comercial llamado "la época", y al dirigirme al chico de deportes, el que me había atendido dos días antes, me dijo textualmente " hola chico, aún no tengo tu bicicleta montada, ya sabes que somos una isla bloqueada". Entre mi pensé, que tendrá que ver....pero al decirme que tardaría 30 minutos no le dí mayor importancía, y me dediqué a pasear por las plantas de aquella especia de Corte Inglés a lo cutre para ver los productos y los precios.
Os quedaríais asombrados de los precios tan elevados que tienen que pagar por las cosas, y a modo de ejemplo vi un "pen drive" de 124 MB ( sí, super moderno), a un precio de 40 euros, para flipar. Todo era más caro, en unas cosas con más diferencia y en otra con menos.

Pasada ya la media hora y ya con ganas de irme con mi bicicleta, regresé a la sección de " deportes" ( 4 bicis, 5 pelotas y algún jueguecito para niños) y al preguntar me dijeron que el chico estaba aún montando dentro del almacén.
Ahí estaba yo, esperando e impacientándome, pero pasaron 30, 60, 90 minutos más y el tío no terminaba. Mientras tanto yo ya hice "amistad" con la otra depenienta y cuando ella se iba por algo, casi me dejaba a mi para atender a los clientes.

Durante todo este tiempo me enteré por eso de muchas cosas, que todas las tiendas, bares, comercios son del gobierno, y es este el encargado de gestinarlo y de pagar un sueldo a los trabajadores en función del grado. El salario para un trabajador normal eran 250 pesos nacionales al mes ( 9 euros).
Cuando me dijo esto yo le dije inmediatamante que con eso era muy difícil vivir si tenía que pagar en convertibles, y me respondió que la gente se busca la vida para pagar las cosas.
Aún así me dejó alucinado, ya que hay muchos productos que no los puedes pagar en moneda nacional.

Después de 2 horas ya apareció la bici detrás de una puerta, y el chico me dijo que faltaban solo algunos ajustes. Uno de ellos era inflar las ruedas, para lo que teníamos que bajar a la calle en busca de un compresor ya que ellos normalmente vendían las bicis desmontadas, y solo mis 5 pesos ( 50% de su sueldo) habían conseguido una excepción.
Al inflar las ruedas, otro inconveniente, la de atrás reventó y tuvimos que volver arriba a cambiar la válvula, así como los frenos delanteros que habían venido de fábrica defectuosos y faltaba un trozo de pastilla.
Aquello ya empezaba a ser cómico, y yo me lo tomé con filosofía, hablando con el chico ( Batista) de todo. Él me decía que era imposible trabajar así, que los productos Chinos que traían eran una mierda ( de verdad lo eran), y que encima pagaban un precio muy alto. Yo no le quité la razón, pero le dije que en China se hacen cosas de mucha mayor calidad.

Fué en este punto cuando la cosa se puso interesante, ya que de vuelta en la tienda y mientras cambiaba los frenos y la rueda, entramos en una conversación los dos dependientes, otro cliente y yo sobre el estado del país y de lo que entraba. La única que estaba a favor del régimen y lo defendía era la chica, más mayor de edad. Los otros 2 hechaban pestes y decían estar hasta los cojones ( como el 70% de la gente con la que he hablado).
Decían que no podía ser, que no tenían dinero ni para reconstruir sus casas, ni para comprarse nada. Me llegaron a soltar que el gran problema esque las armas las tenía todas el gobierno.
Con la conversación calentita, y casi de escondido, para que nadie más la escuchara, la mujer saltó y me dijo que al menos tenían la salud ( que para ella era lo más importante) gratis, y no como los españoles. Al contradecirla, los otros dos volvieron a la carga diciendo que su sistema es un fracaso y una mierda, que siempre le echaban la culpa al bloqueo, cuando los verdadreos culpables eran ellos mismos.

Lo cierto, y después de vivir unos días en Cuba, esque no les faltaba nada de razón, ya que todo lo que compraban a China ( con la que no tienen bloqueo) es de una calidad asquerosa ( como más tarde comprobaría), y para mí, su gran problema esque el gobierno subvenciona muchos negocios que no son rentables y que solo hacen que perder un dinero que podrían invertir en otras cosas.

Pero volviendo al tema de la bici, Batista cambió lo que tenía que cambiar ( quitándole las piezas a otra bici nueva ya que no les llegan recambios), y volvimos abajo para inflar las ruedas, además de alinear los radios que también venían cada uno como quería.
Toda una odisea, había entrado en aquella tienda a las 9,30 de la mañana para empezar prontito mi travesía, y acabé saliendo a las 3 de la tarde, aunque eso sí, me había enterado de muchas cosas, y había mantenido charlas muy interesantes.

Por fin, agarré mi mochila, crucé el túnel que pasa por debajo de la bahía de la Habana con un bus para motos y bicis, e inicié los primeros metros de mi viaje. Quería llegar al día siguiente a Varadero ( 135 km), así que al menos tenía que hacer 50 esa tarde, y me quedaban solo 5 horas de luz.

Con las ganas intactas, pronto me dí cuenta que aquello no iba a ser fácil, ya que el viento era muy fuerte y pegaba justo de cara, con lo que avanzar era tarea complicada.
Pero yo estaba en Cuba, con mi bici nueva y lo iba a conseguir. Me puse la música y pedalada tras pedalada iba avanzando hacía mi destino ( un pueblecito llamado Santa Cruz del Norte).
Con el inconveniente del viento ya asumido y sufriendo lo mío para avanzar, pronto tuve otra piedra en el camino. Ahí estaba delante de mi, la primera cuesta, de un desnivel y distancia importantes. Al bajar al plato pequeño me dí cuenta que aquello ya no funcionaba, que solo podía utilizar el mediano para las subidas. Dios, que larga se hizo esa cuesta, y llegué arriba con las piernas destrozadas y tuve que bajarme de la bici para descansar.
Llegó el primer momento crítico, ¿que hacer?. Con un viento tremendo y sin plato pequeño para las subidas.

No me podía rendir, me hacía mucha ilusión hacer Cuba en bici, y total, solo tenía que sufrir en las subidas y tirar de piernas, así que seguí adelante, una subida, otra, otra, otra, hasta que en una de ellas, el pedal de mi super bicicleta al hacer fuerza se partió por la mitad, imaginaros mi cara en aquel momento. Yo ahora al recordarlo me meo de la risa.
Acabé la subida como pude y al llegar arriba lo intenté arreglar, pero no podía aplicarle demasiada fuerza. En esos momentos ya me vinieron los primeros pensamientos de desistir, de dar media vuelta y pensar otra alternativa, ya que 10 días así iban a ser mortales. Pero mis ganas eran tantas, que ni viento, ni plato pequeño ni pedal partido podían con ellas.

Después de 3 horas pedaleando y en las que solo hice 30 km por culpa del viento ( joder, corriendo voy más rápido) vino la estocada final, el punto crítico. Al cambiar de piñón, aquel cambio dijo basta, y se rompió el cable. No podía ser, no me lo podía creer.
Me acordé de la madre del vendedor, de la de Fidel y de la de todos los chinos antes de tirar al suelo la maldita bicicleta y empezar a insultarla. Los coches y motos que pasaron debieron flipar, un chico gritándole a una bici......lástima que estuviera tan cabreado y no lo grabara en video.
Ahí estaba yo, a las 6 de la tarde, sentado en la cuneta en medio de la nada, con un trasto que no servía y maldiciendo mi mala suerte.

Pasado un rato me acordé que mi família cubana me había avisado que no me cogiera la noche en la carretera ya que asaltaban a la gente. Solo me faltaba eso pensé.
Caminé de vuelta hacía la Havana hasta la primera parada de bus y esperé más de una hora a que pasara, una cabeza de camión que tiraba una especie de vagón con ruedas. Llegué a la entrada de la capital donde tenía que cambiar de transporte y coger el especial para motos y bicis que cruzan por debajo.
Esperé con otros motociclistas hasta las 8 de la noche, hora en que terminaba el servicio, y me dijeron que aquello era común, que sólo había un bus y cuando se estropeaba se acabó. Al preguntar que alternativa tenía me dijeron que había que dar la vuelta por nose donde y que en moto eran 35 minutos. MÁS NO, pensé yo, 35 minutos en moto serían como 4 horas caminando........

Con toda mi desesperación me fuí a la parada de los buses que transportan personas y al recibir el no del conductor, que no me podía subir, que tenía prohibido llevar bicis, le planteé la situación, le hice un resumen de mi día, con la maldita bici china comprada por su gobierno, y accedió ha hacerme el favor de pasarme al otro lado.

Cuando toqué el timbre de la casa de " la china" y les expliqué todo lo que me había pasado, no podían parar de reír, y como me dijo la señora " esto es que no debías hacerlo en bicicleta". Me dieron de cenar, y caí rendido a los 5 minutos, estaba muerto.



Con la bicicleta en la mano entré en "la época", y ya en el ascensor me preguntó una trabajadora que había pasado ( el día anterior todo el mundo supo de mi presencia con la dichosa bici).
Al llegar a la cuarta planta, ya me miraron con cara extraña, y en el mostrador, más calmado por las horas pasadas, les expliqué lo sucedido y me devolvieorn el dinero sin nigún poblema, eso sí, los 5 que le había pagado por montarla los había perdido.

Esta vez, y ya resignado a hacer mi tour en bus, me planté en la ciudad de Varadero a primera hora de la tarde. Lo primero que hice fué preguntar por alguna casa particular para alquilar, y cual fué mi sorpresa que me dijeron que ahí estaba prohibido. Al chequear los precios de los hoteles casi me dá algo ya que ninguno bajaba de 60.
Me decidí a volverlo a intentar con las casas y me metí en la zona de los locales. Al preguntar a un señor, me contestó lo mismo, que era ilegal pero que había gente que lo hacía, que tenía que encontrar a la persona adecuada.
Con la segunda persona ya tuve más suerte, y me indicó un chico que alquilaba una habitación. Estuve los 2 días ahí, con la particularidad de que por la mañana no podía andar entrando y saliendo de la casa ya que era cuando más inspectores pasaban.

La ciudad en sí no tiene mucho más que ofrecer que una playa muy justita, muchos resorts de todo incluido y poca cosa más, así que pronto tomé la decisión de cambiarme de lugar e irme hacía la otra costa, mucho menos turísitica, menos cara, y más original.
Los dos días en Varadero antes del cambio los gasté básicamente en la playa por la mañanas, los mediodías y noches buscando restaurantes de locales donde poder pagar en moneda nacional ( el mismo plato cuesta hasta 8 veces menos) y una de las tardes, al preguntar en un bar donde quedaba no me acuerdo que, empecé ha hablar con los empleados y una cosa llevó a la otra.
Acabé sentado en una mesa con los 4 meseros/as ( camareros) hablando de su país, del nuestro y básicamente de sus problemas.
Otra vez estaba inmeros en una charla un tanto comprometida, pero me gustaba hablar con la gente local para saber sus inquietudes.

De los 4, otra vez solo 1, Emilio ( el más mayor) estaba a favor del régimen y echaba toda la culpa al bloqueo americano. Los otros 3 deseaban un cambio, pero lo decían con la boca pequeña, hasta que Emilio se levantaba a atender a algún cliente esporádico que entraba y entonces sí que me expresaban sus ideas con claridad.
Estaban cansados de estar presos en una isla, que no les dejaran tener conexión a internet, que no les dejaran comprar coches ( solo empresas y rentadoras pueden hacerlo), que les vendieran productos malos, etc etc. Era tan real todo aquello, y tan triste a la vez. Cuando volvía Emilio todos volvían a un discurso mucho más moderado y a intentar justificar de alguna manera todos los fracasos del sistema.

Otro aspecto fué las dos veces que entraron policías a pedir algo, el tema de la conversación cambió radicalmente en ambas ocasiones, y yo me quedé muy sorprendido, pero evidentemente les seguí. Me imaginaba a los españoles hace 40 años en la misma situación.
Al preguntarle a Emilio si el creía que ese bar era rentable, me respondió que no, pero si lo cerraban ellos 4 se iban a la calle, y que a él ya le estaba bien hacer poco. Y ahí está el problema del país.

Al fnal me tiré hasta bien entrada la noche, cuando me tuve que despedir de ellos, a pesar de la invitación de uno de ellos, Jose ( filólogo con 5 idiomas y trabajando de camarero) que me invitó a pasar un par de noches en su casa, pero yo tenía comprado ya el ticket de bus, y la verdad quería cambiar ya ese sitio y conocer y ver otras partes de Cuba más interesantes. Mi siguiente destino sería la playa de Girón.


Llegué por la mañana a esta playa, situada muy cerca de Bahía Cochinos, donde los americanos intentaron entrar en Cuba hace algunos años, y fracasaron en el intento. Ya se encargan bien ellos de decirlo por todas partes en esta zona. Cada punto donde hubo batalla hay un cartel victorioso y propagandístico de la Revolución.
Me alojé en otra casa particular, con mi habitación para mi solo, y lo primero que hice fué alquilar una bicicleta ( si, ya lo sé, soy un poco masoca) para poder conocer la zona a fondo.

Ya el primer día me fuí a las playas y caletas que rodean esta pequeña población por el este. Esa vez no tuve problema alguno con la bicicleta en si, sino más bien con los centenares de miles de cangrejos que hay en la carretera muertos y otros tantos que la van cruzando, que si te descuidas te pueden pinchar una rueda ( son de un tamaño importante). Así, entre esquivar a los vivos e intentar pisar los menos posibles muertos, fuí parando en cada uno de los sitios para tener mi merecido bañito.

Además de bañarme, estuve un buen rato, y cuando digo buen, es más de una hora, peleándome con un caballo que no se quería dejar fotografiar para yo hacerle un regalito a mi sobrino Victor ( que cumplía 5 años.....diosss, como pasa el tiempo).
Así, y como no es tarea sencilla usar el disparador automático a la vez que intentas cosas, me di por vencido y opté por la opción más fácil ( que tampoco lo fué), pero al final obtuve una instantánea aceptable. Suerte que ahora ando solo en el viaje, porque entre insultar a bicicletas y razonar con caballos ( cuando ya estaba desesperado) la gente me podría tratar de loco de remate.

El segundo y último día en el pequeño pueblo, lo dediqué, después de un señor desayuno que me brindaron los dueños de la casa, y de ver por televisión los desfiles del 1 de Mayo en La Habana ( madre mia que cantidad de slogans y comida de tarro que les meten),a pedalear con mi bici los 20 kilómetros que hay bahía adentro en busca de los mejores sitios para snorkelear ( hacía el oeste).
Entre el sol, mis chanclas, y de nuevo los cangrejos, no fué fácil llegar, aunque evidentemente no lo hice todo seguido, sino que me lo tomé con calma e iba parando en cada sitio donde veía el aguita con un color turquesa.
El fondo es como una piscina llena de peces, corales y esponjas, y lo único malo es la temperatura del agua, que no es demasiado caliente y después de media hora ya agarras frío.

Entre bañitos, solecito y alguna fotito, llegé al último punto bueno y decidí seguir mi excursión por dentro del parque natural, por unos caminos de tierra y piedras que complicaban si cabe más el avanzar.
Lo cierto es que me las dí de enterado y creía que estaba orientado ahí adentro, pero cuando llegó el primer cruce de caminos y luego el segundo, yo ya no sabía ni donde estaba, todos los senderos eran iguales.
Admitiendo que estaba más perdido que la Caperucita Roja, decidí seguir todo recto por el mismo camino hasta encontrar de nuevo la carretera.

Como tampoco tenía prisa, ya que me quedaban muchas horas de luz, me lo tomé con calma, bajando de la bici y disfrutando de los sonidos de aquel humedal. Además de muchos tipos de pájaro, y de mis amigos los cangrejitos, estaba lleno de reptiles ( lagartijas, lagartos y un par de serpientes).
Me tiré un largo tiempo ( no lo sé exactamente ya que no llevaba reloj) y puse un ritmo más fuerte ya que el sol empezaba a bajar y no quería volver por la carretera de noche.
Encontré una casita perdida en la nada, donde pude preguntar la dirección correcta, y me dijeron que andaba lejos. Pasé por un pueblecito de locales encantador, donde me tuve que parar un rato a ver la forma de vida y charlar con alguno de ellos, y seguí mi camino de vuelta a Girón.

Salir del parque natural no fué sencillo, pero menos todavía fué llegar a la casa. Con un viento de nuevo en contra, y más de 25 kilómetros por delante, ( me había alejado mientras andaba perdido por los caminos) fué un poco torturilla. Además no había bebido ni comido nada desde el desayuno, y ya me estaban dando las 6 de la tarde.
Intenté comprar algo en el camino, pero todos los restaurantes de turistas estaban cerrados, así que me resigné y llegué al pueblo con la noche casi encima, muerto de hambre, de sed y de cansancio. No hace falta que explique como dormí aquel día, a las 9 ya estaba en el quinto sueño.

De buena mañanita y mientras estaba desayunando antes de coger mi bus que me llevara al siguiente destino ( la ciudad de Cienfuegos), resulta que dos gallinas se habían escapado del mini corral que tenía la família. Después de un rato en que el abuelo y la hija no podían pillarlas, salió la abuela de la cocina con cara de muy mala leche y en menos de 1 minuto las agarró y les partió el cuello como si nada.
Volviendo de nuevo a la cocina y mirándome me dijo " estas ya no se escapan más", como para jugar con la señora. Cuando me fuí ya las estaba desplumando y limpiando.

Allí estaba yo, a la hora indicada ( 11:30) en la "parada de bus" ( un árbol en el medio de la carretera principal) y cuando llegó, pasó olímpicamente de mis señas y me dejó más tirado que a un clinex usado.
Ese era el único medio de transporte que recorría los 170 kilómetros que tenía que hacer, así que me quedaban dos opciones: quedarme un día más en el pueblo, cosa que no me gustaba ya que tenía en mente el cambio, o lanzarme a la aventura y desplazarme en guagas ( buses) locales, haciendo trayectos cortos y conexiones.

No me costó mucho la decisión, estaba llegando al final de mi viaje y quería apurar mis opciones. Pregunté donde pasaban los buses y estuve esperando 1 hora. Al comentarle al chófer mi destino final me dijo que me avisaría donde me tenía que bajar.
Recorrimos todos los pequeños pueblos de la zona, dejando y agarrando a gente, y cuando estaba dentro de aquel trasto, me acordé de los viajes en bus de EEUU y estuve pensando todo el trayecto en las diferencias entre la gente y sus comportamientos, nada que ver una con la otra.
Llegados al punto, me indicaron que me tenía que bajar y esperar otra guagua que fuera en mi dirección. La parada de bus estaba en una carretera en el medio de la NADA, y con un sol de justicia que me pegaba en toda la cabeza. No me quería meter dentro de la caseta porque no se veía nada y no quería que si pasaba el bus me volviera a dejar tirado.

Ahí estuve por más de una hora, y a los pocos coches que pasaban la señal de autostop no les servía para nada. Al final detuve una carreta que pasaba en el sentido contrario y les pregunté sobre mi bus. La respuesta no podía ser otra: " es sábado y ya no hay más".
¡Ay mi madre! pensé yo. Eran las 2:30 de la tarde y me encontraba en no se que pueblo en el medio de Cuba, sin transporte y con un calor infernal. Después de pensar sobre las posibles opciones, me vino a la cabeza los pensamientos que había tenido de querer ver la Cuba de verdad, pues ahí lo tenía, no quería vino, pues dos vasos para el nene.
Y yo que tenía planeado llegar a la ciudad y buscar un hotel para ver tranquilamente el clásico de nuestro fútbol...

En el sentido de playa Girón pasaban muchos coches y pensé en volver a mi punto inicial, pero no podía rendirme, me daba igual no llegar ese día a Cienfuegos, pero no volvería atrás, para cabezón yo.
Empecé a caminar en busca del siguiente pueblo, a ver si me podían encontrar un medio de transporte, y con unas rectas interminables por delante, y con mi amigo el lorenzo ahí arriba pegando de lo lindo me puse a caminar.
Cuando llevaba más o menos una hora, en el que no había pasado un solo vehículo en mi sentido para tener alguna chance de que me recogiera, le pregunté a un hombre montado en su caballo donde quedaba el siguiente pueblo. Me indicó que habían 22 kilómetros. ¡mamita!, como no pase nadie estoy muerto, sin agua y sin comida.

Algún que otro buitre ya empezaba a revolotear por encima mio...jajaja y más cuando una chancleta dijo basta y se rompió, entonces alguno ya hizo vuelo rasante para ver mi cara.Otra vez tenía que decidir.
Quedarme sentado en la cuneta hasta que alguien pasara y se dignara a pillarme era la más cómoda, pero también arriesgada, ya que en hora y media no había pasado ni cristo por esa carretera. En cambio si caminaba, al menos me aseguraba estar en el pueblo al anochecer.
Otro problema era mi chancla, y después de pensar, utilicé un hilo que tenía guardado del hostal de Sydney y le hice un remiendo, que por cierto aún dura. Seguí caminando, hasta las 5 de la tarde que llegó el camión, y pongo "el" porque seguro que era el más viejo y antiguo que sigue en funcionamiento.
Pero el caso que paró, y me coloqué como pude ( dios sabrá donde estaba el asiento del copiloto), me llevó al pueblo y además conocía el sitio donde pasaba un bus a las 5,30 que llevaba a los trabajadores de vuelta a la ciudad.Por fin un poco de suerte.

Ya en el pueblo, y esperando el deseado bus, mi siguiente objetivo era encontrar agua para rehidratarme, que llevaba una solera encima de mucho cuidado. En el puesto que tenía al lado sólo vendían cervezas, y no quería moverme de ahí no fuera el caso que perdiera el transporte.
Así, me compré 3 latas bien fresquitas que me bajé en menos de un minuto. Me sentaron a gloria, y además de recuperarme de mi falta de líquidos, me hizo tener un viaje felizmente corto. No llegó a los niveles de Toni en Nimbin ( Australia), vaya día...., pero no estuvo mal.

LLegado a la ciudad con muchas horas de retraso pero con dos cosas positivas: la "experiencia" del viaje y el haber pagado hasta 14 veces menos por no desplazarme en el bus de los turistas. Me busqué el alojamiento y fuí a encontrar un puesto de internet para poder seguir el partido del Español al día siguiente.
Al coger la avenida principal, me quedé muy sorprendido al ver en el portal de una casa, algunas personas con camisetas del Madrid y del Barça. Me acerqué, les pregunté el resultado ( vaya paliza) y estuvimos hasta la noche hablando de fútbol.

Había llegado sin yo saberlo a la capital cubana del deporte rey, y casi el único sitio en la isla donde el fútbol es más seguido que el baseball.
Ellos a parte de ser fanáticos de su equipo local, seguían mucho la Liga española y a la selección, así me empezaron a sacar números, estadísticas, alineaciones. Se sabían de memoria todo acerca de nuestra competición, últimos resultados, clasificación, jugadores. Yo, como no, estaba en mi salsa.
Después de horas de charla me invitaron al día siguiente a escuchar ( ellos lo siguen todo por radio nacional de españa) el partido a través de las ondas y yo acepté encantado. Me despedí de ellos y me fuí en busca de mi merecida cama depués de un día eterno.

Dios, que radio señores, como aquellos antiguos transistores que exisitían hace años en nuestras casas y que ninguno funcionaba, testigos de la Segunda Guerra Mundial. Con un sistema de conexión de la antena de la televisión a la de la radio, conseguían escuchar de una forma irregular algunas emisoras españolas.
De esta manera, con un volumen que iba y venía y con alguna que otra interferencia ( según ellos producidas por el mismo gobierno), pude disfrutar por radio nacional de la victoria de mi equipo y la cosolidación hacía el objetivo en el que pocos creíamos.

Fué una transmisión especial, acompañado por 5 cubanos que desde aquel día, además de dar apoyo al Barça o al Madrid, tendrán un pequeño espacio para nuestros colores blanquiazules.
Sufrimos, reímos, y pasamos una buena mañana con el partido y luego conversando sobre más fútbol, además de otros muchos temas de la actualidad cubana y su sistema político. Seguro que a Fidel le pitaron los oídos en aquellos momentos. Desde aquí, enviarles un saludo a todos ellos y decirle que sigue en mente lo que me dijeron.

Otro domingo más andaba yo feliz por las calles de Cienfuegos y fuí a conectarme a internet para, después de una semana, saber novedades de casa, así como enviar algunas fotos.
Fué una hora de conexión intensa, tenía muchas cosas que mirar y la velocidad era muy lenta, ilógico por el precio que te cobran, pero eso es Cuba.
Entre otras cosas, fué entonces cuando me dí cuenta de la gravedad de la situación en Méjico, ya que hasta la fecha, la gente lo comentaba por la isla pero yo no le dí demasiada importancia, pensaba que era una simple pasa de gripe a lo grande. Pero cuando ví que habían miles de afectados y sobretodo 100 muetros me dije: yeps, això és greu noi.
Respondí los mails de toda la gente que me había escrito preocupada y decidí ir a un centro de atención turística para saber si eso me afectaba en mi viaje.
Antes de eso, tuve que llamar a Cinto por un tema urgente y también comprobé que con el teléfono tienen un grabe problema de sobrecotización, y esque 5 euros el minuto me parece un tanto exagerado. Suerte que se enrrolló y pasado poco tiempo me llamó él al sitio donde yo estaba. Igualmente fué, y de largo, la llamada más cara que he hecho en toda mi vida.

Ya con todo más o menos resuelto, me dirigí a la agencia de viajes más cercana a recibir la información. En el camino, y seguramente afectado por haber habaldo con él hacía instantes, me entró en el cuerpo una tendencia hipocondríaca "made in Cinto" que hacía que el dolor de cabeza que yo tenía causado por la insolación del día anterior lo relacionara con la gripe porcina.
Aquí se empezaría a torcer mi estancia en Cuba, y sería el principio del fin.

Al ser atendido por la chica, me reiteró que la situación no era fácil y que Cubana había suspendido todos sus vuelos hasta el día 20 de Mayo. Fantástico pensé yo, ya tenía que volver a pensar en soluciones....que pereza.
Intenté que ella me diera alguna opción para yo poder salir del país y seguir con mi viaje, pero se limitó a decirme que me tenía que remitir a la oficina central en La Habana. Hice un amago de protesta, pero la cara que me puso la pobre chica ya me dió todas las respuestas que necesitaba.

Así, en lugar de subir al bus que me iba a llevar a la ciudad de Trinidad, me dirigí a comprar el que iba a la capital. Al decirme que era por la tarde me dió bastante palo. Ya que tenía asumido que no iba a ver cosas nuevas en Cuba, quería llegar cuanto antes para solucionar lo del vuelo.
Me moví por las afueras de la terminal para ver si encontraba otra alternativa y lo hice en unos particulares que ofrecían por le mismo precio de "turista" su coche. No me iba a ahorrar dinero, pero si que iba a llegar 4 horas antes.

Durante el trayecto, además del ya citado dolor de cabeza, me vinieron unos dolores estomacales producidos por la saturación de comida callejera que hicieron las 3 horas de trayecto un poco agónicas. Y esque a pesar de tener el estómago a prueba de bombas, aún hay veces que me pide un descanso.

Ya de regreso con mi família, y después de explicarles todo lo sucedido, me tiré en la cama a eso de las 9 de la noche, y ya no me levanté más. El dolor tanto de cabeza como de barriga habían ido a más, e incluso me entraron escalofríos que me hicieron sentir como si tuviera la fiebre porcina, la amarilla y todas las del mundo. Pensé en ir al médico si por la mañana no mejoraba, pero como ya se sabe que el sueño lo cura todo, 13 horas seguidas navegando en el submundo me hicieron reponerme casi por completo.


Entré en la oficina de Cubana de Aviación a las 9 de la mañana, con la idea clara de luchar por mis derechos como consumidor,y pronto vi que eso en Cuba es papel de fumar, que ni derechos ni cuentos chinos.
Hablé con uno, con el otro, con el de la moto, y ninguno me sabía dar una respuesta en firme. Al final la supervisora, y al ver mis argumentaciones ( al final ya puse un poco de teatro al asunto), me dijo que me transferian el vuelo a Mejicana de Aviación que si que volaba, sin cargarme nada.
Tuve que coger el vuelo del día 6 por la noche y adelantar mi salida de la isla, ya que sino no llegaba a la conexión con Miami. Dejé todo cerrado, y salí de las oficinas pasadas las 3 de la tarde.

Apuré mi último día y medio visitando algunas cosas que me habían quedado en el tintero, volví a la Universidad en un día lectivo donde pude conversar con varios alumnos, me acabé de recuperar de mis problemillas de salud, la familia me invitó a cenar ambas noches, aproveché el tiempo para escribir este interminable post, y también ayudé ha hacer unas cartas a la madre remitidas al registro en España para conseguir la doble nacionalidad. Por cierto, estas cartas las estoy cargando yo para asegurar que llegan a destino, y esque desde Cuba a veces se quedan por el camino.

Llegado el momento de la marcha, me despedí de ellos y ya de noche me dirigí en taxi al aeropuerto. Con mi cabeza ya pensando más en el largo día que tendría por delante en Cancún y en las playas de Miami, me planté delante del mostrador para hacer el chek-in y me di cuenta de que aún me quedaba un último capítulo por escribir.

La señorita amablemente me comunicó que el vuelo de la tarde había sido cancelado y que los pasajeros los habían colocado en el de la noche. Así, los que teníamos el billete con Cubana teníamos que esperar hasta 1 hora antes de la partida para ver si teníamos sitio, y sino, esperar al día siguiente.
NO PODÍA SER!!, no podía tener tan mala suerte. En este punto, y a pesar de intentar controlarme, el cable se cruzó y educadamente pero con tono disgustado expresé mi oponión.
Ante mis quejas me remitieron a las oficinas, y de ahí de nuevo al mostrador. Yo andaba por el aeropuerto como un gato con los pelos de punta, con cara de muy mala leche. Sabía que no me podía poner muy tonto porque me dejarían en tierra, así que les pegué tal rollo durante 45 minutos que al final casi me ponen en primera clase.

Con mi objetivo cumplido ( ya que huvo gente que no pudo subir a ese avión), embarqué al aparato viendo como la gran mayoría de mis compañeros lucían una máscara en su cara.
Nos la habían ofrecido al módico precio de 2 dólares, pero además de no llevar efectivo, no creí que si dejaban volar fuera tan grave. Me tranquilizó que las azafatas no llevaran, aunque por si acaso yo me iba tapando con la mano o con la camiseta.

Llegué a Cancun con la incertidumbre de no saber como estaba la situación, después de la falta de comunicación que sufrí en la isla. Al bajar, vi que casi nadie del personal la llevaba y al preguntar a un chico me dijo que en esa zona no habían tenido casi casos, que todo era una exageración de los medios de comunicación.

Así, pasé la noche en un banco, junto con unas inglesas que volaron conmigo, y a las 5 de la mañana me fuí a intentar cambiar el horario de la conexión. Por fin un poco de suerte, me dijeron que no había problema, y que mi avión salía a las 7.
Pasé los controles médicos que habían puesto en la terminal, y ya me dispuse a poner rumbo de nuevo a los Estados Unidos.



La verdad esque mi estancia en Cuba me a servido para ver como un sistema obsoleto sigue en pié por el beneficio de unos cuantos. Y esque en un país donde los licenciados prefieren trabajar de camareros o de botones para cobrar las propinas en moneda extranjera, ya te dice todo del kaos y del estado vegetativo en que se encuentran. No pueden avanzar, no les dejan.
Y para terminar, me quedo con la frase de uno de los estudiantes con el que hablé el último día: " No hay mal que por 100 años dure, ni cuerpo que lo aguante".


Aquí están las fotitos: http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada2/BarbeCuba#

Hasta la próxima.

Barbe.

jueves, 7 de mayo de 2009

Barbe Méjico

Antes de empezar con las explicaciones de mi paso por Méjico, me gustaría dedicarle unas líneas a un amigo que lo está pasando mal, y del que recibí la peor de las notícias con diferencia en lo que va de viaje. Me enteré en el aeropuerto de Dallas, y me quedé tan helado que no supe que hacer ni que pensar.
Él ya sabe por quien va, y ya te lo dije hace unos días, pero te lo repito por aquí, desde el blog que sé que sigues desde el principio, ánimos, y en pocas semanas te daré un fuerte abrazo en persona.




Después de la paliza de autobuses y de las esperas tanto en la estación de buses como luego en el aeropuerto por el retraso del vuelo, llegué a Cancún sin muchos planes en la cabeza, y con las únicas indicaciones de mi madre y de mis hermanos.
Estas indicaciones me decían que no fuera al mismo Cancún, y que bajara hacía el sur en busca de mejores playas y de los restos arquitectónicos mayas.
De esta manera, me subí en el primer bus que partía hacía Playa del Carmen y me planté en cosa de una hora.Con la mochila a cuestas y sin ninguna guía con la que orientarme, pregunté el precio de varios alojamientos, con la misma tarifa todos, CARA.
Y esque además de ser un sitio turístico por excelencia, coincidí con el final de la semana santa, que hizo que todo estuviera si cabe más inaccesible.
Al final de buscar y buscar, encontré la opción más económica de toda la población en un hostal llamado Urban, que ofrecía cama en dormitorio por un cuarto de los precios que me habían dado.
Como ya se sabe que en este mundo nadie dá duros a cuatro pesetas, al entrar al susodicho dormitorio me dí cuenta del porque tan barato. Yo no sé ya si es el más guarro y sucio en el que he estado en el viaje, porque alguno le haría competencia, pero os puedo asegurar que estaría en el top-3.

En el dormitorio te podías encontrar de todo, desde papeles, hasta calcetines, pasando por algun que otro bichito. Además de estos lujos, el hostal solo contaba con una ducha y un lavabo para todos, que estaba situado justo delante del comedor, con lo que cuando ibas al baño podías saludar a los que estaba comiedo. Un lujo al alcance de pocos lugares......Os podeis imaginar las mañanas.

En contra de lo que puede parecer, nada me pareció mal del todo, al fin y al cabo estaba pagando 4 veces menos que en los otros hostales, así que tampoco podía esperar nada, y esque el viaje, si algo me a enseñado, es a quejarme lo mínimo posible.

Con este panorama, dejé mi mochila grande donde y como pude, y la pequeña en uno de los pocos lockers que no estaban ocupados o literalmente llenos de mierda, y me fuí a dar una vuelta por la calle principal. Eso sí, el hostal estaba situado en la mejor zona de todas, a 3 calles de la playa y a 2 de la calle de la fiesta.
Con 5 minutos en aquel lugar ya te das cuenta de que es un sitio muy muy turístico, en lo que vendría a ser el Lloret de turno, lleno de extranjeros, lleno de marcas internacinales, puestos de souvenirs, etc, etc. Como todos estos sitios, a mi no me gustan, y nada más verlo ya tenía ganas de buscar una alternativa, pero antes necesitaba saber que hacer, cuando hacerlo y como hacerlo.

Me fuí de nuevo al hostal, y con la información que me facilitó muy amablemente la chica de la recepción, ya me hice una primera idea mental de todo. Así, básicamente quería estar solo un día en Playa del Carmen ( que sería el siguiente), y luego ya me empezaría a mover por toda la Ribiera Maya y la provincia del Yucatán.
Ese día me lo tiré tumbado en la arena y bañándome en las aguas azules turquesas, pero no transparentes de aquel lugar tan masificado. En la tarde, y después de mirar el precio más barato de todas las agencias, contraté la excursión a las ruinas de Chichen-itza, las más grandes y conocidas de la zona. Además de esta visita, también te incluían un cenote ( cueva típica de la zona con aguas pluviales) y la visita a la ciudad de Valladolid. Esta sería la única visita que haría con tour, que evidentemente salía más caro que hacerlo por tu cuenta, pero que por la lejanía de los restos, 210 km, la hacían de difícil acceso.

Por la noche, y ya con todo cerrado para el día siguiente, salí a conocer la vida nocturna del lugar, y para ello tomé una cerveza en un bar argentino situado en la zona de fiesta, y justo al lado de la discoteca más conocida ( cocobongo). En esta, ofrecían espectáculo y barra libre por 50 dólares, un precio que como podéis imaginar no estaba dispuesto a pagar, pero no era por falta de ganas, el desfile de gente era brutal, y todo ello porque los viajes organizados van todos ahí, con lo que está lleno de grupos.
En el bar conocí 3 chicas mejicanas con las que estuve hablando y las que también querían entrar en la discoteca, pero tampoco querían pagar el precio. Así, nos hicimos un par de copas, hablando de todo y de nada, y sobre las 12 nos fuimos a la puerta a probar si la gente local tenía privilegios.

Así era, conseguimos ( mejor dicho consiguieron, ya que se suponía que yo también era mejicano) que en lugar de pagar 50 dólares, pagáramos 50 pesos ( 4 dólares). Un buen negocio, y aunque el espectáculo ya había terminado, nos quedaba toda la noche por delante, con la barra libre incluida.

Dentro del local coincidimos con muchos grupos de españoles ( sobretodo valencianos), que iban más salidos que los balcones y le tiraban la caballería encima a mis nuevas amigas mejicanas ( ya sabemos todos lo que son los viajes de fin de carrera). Como no, me utilizaban de gancho, pero iban tan a saco, o mejor dicho, estaban tan borrachos, que fué una misión imposible. Al menos nos reímos durante toda la noche de ellos.
Al final, salíamos de aquella discoteca a las 5 de la mañana y mi tour empezaba a las 8, con lo que me quedaba por delante una pequeña siesta en mi antro de habitación y luego partir.

A la hora indicada me pasaron a buscar con la furgoneta, y con el evidente cansancio y ( lo siento mamá), con un poquito de resaca, me metí en la parte de atrás y me puse a dormir todo el trayecto hasta las ruinas. Ese tiempo me vino fantástico, y cuando lluegé ya me había recuperdado y podía prestar atención a mis compañeros de día.
Ellos eran, una pareja argentina ( que fueron con los que me llevé mejor), dos amigas madrileñas que habían dejado a los maridos para viajar por méjico, y un grupo de 5 chicas y 1 chico también de valencia, y también de viaje de fin de carrera.

Las 3 horas que duró la visita estuvieron marcadas por el intenso calor, que hacía que lo que nos estaban enseñando perdiera algo de protagonismo. De todas maneras nuestro guía, Daniel, se esforzó en explicarnos la cultura maya, sus orígenes, su decadencia, etc, etc.
Chichen-itza son los restos más grandes descubiertos en la zona, y únicamente un 5% ha sido despejado de la selva y puede visitarse. En el centro del complejo está la pirámide mejor conservada de toda la cultura Maya, en la cual estaba restringida la subida y el acceso desde que en el 2003 una señora perdiera la vida en un ataque al corazón por la exigencia de los escalones.
Concluida la visita guiada y el tiempo libre para las respectivas fotografías, pusimos rumbo al buffet libre que estaba incluido en el precio del día.
Fué aquí donde ya pude conocer mejor a los componentes del grupo, y ver que el "team" de estudiantes era realmente insoportable. Unas niñatas de papá que no tenían ni idea de nada y se las daban de enteradas. El resto las mirábamos con gesto entre sorpresa y pena.
Pero esque no a sido solo estas chicas, sino todos los grupos de estudiantes españoles que me he encontrado en Méjico me han caído de una forma similar....FATAL. No sé si a sido mala suerte de encontrarme a los peores, o que su actitud cambia cuando van en grupo, o el haber perdido la costumbre de tratar con muchos a la vez, pero como todos los nuevos licenciados sean así, que nos cojan confesados.

Con las pavadas y tonterías de fondo, terminamos de comer y empezaría nuestro particular tour, ya que al poner la furgoneta en marcha para ir hacía el cenote, algo falló ( no sabemos que fué todavía) y no pudimos arrancarla. Después de intentarlo por más de una hora, de poner gasolina y de cambiar la batería, Dani decidió llamar a uno de sus amigos guias para que nos vinieran a buscar al restaurante y nos llevara a pegarnos el bañito.
Así, cuando nosotros llegamos al lugar, el resto de los grupos estaban ya marchándose y pudimos disfrutar del lugar solos, aunque por el lado negativo, también sufrimos a las chicas solos...jajaja, y esque era una detrás de la otra.
Más de 2 horas en el cenote ( cuando a priori eran 45 minutos) hasta que llegó nuestro guía con otra furgoneta, esta vez alquilada, que sería la encargada de llevarnos a Valladolid, la última parada de la jornada.

Apenas media hora para ver la plaza del pueblo y poca cosa más y ya pusimos rumbo de vuelta a Playa del Carmen. Esta vuelta, de 2 horas y media aproximadamente, la haríamos en otras 2 furgonetas. La primera de ellas otra vez de alquiler que nos llevaría hasta no se que población donde nos esperaba otra de la empresa que sería la encargada de llevarnos a los hoteles.
Así, 4 furgos diferentes para solo un día de excursión, 5 horas de retraso que hicieron que llegaramos pasadas las 11 de la noche, y una compañía un tanto especial fueron los complementos del único tour guiado que contrataría en este país.

A la mañana siguiente y después de "descansar" en mi super dormitorio, hablé con los del hostal para poder dejar mi mochila grande un par de días, y con la pequeña me fuí camino a la isla de Cozumel, situada a 45 minutos en ferry de Playa.
La estancia en la isla fué mucho más tranquila, menos turística, y por tanto más original.
Me dediqué a bañarme esta vez si en sus aguas transparentes, tomar el sol, y conocer toda la isla en moto con una chica francesa que compartía habitación conmigo.
Pensé en hacer una inmersión ahí, pero los arrecifes de corales era algo que ya había visto durante mi viaje y no me ofrecían una cosa diferente, así que decidí esperar a otra ocasión. Lo que si que hice el día que alquilamos la moto, fué rentar también unas aletas para poder hacer snorkeling mucho mejor.

Ese citado día tuve, por primera vez en mi vida, la extraña sensación de sobornar a un policía. Y esque, al pararnos por exceso de velocidad en una zona urbana, tuve que hablar con el "representante de la ley", como me dijo él, ya que mi nueva amiga no hablaba demasiado español.
Después de un buen rato charlando de la posible multa, de que teníamos que ir a comisaría, etc, etc... me soltó que de hombre a hombre lo podíamos solucionar ahí mismo. Evidentemente nunca me pidió dinero, me decía, con toda la cara del mundo, " la multa son 2.000 pesos, yo no te estoy pidiendo nada, pero hay maneras de solucinarlo".
Obviamente sabía de que me hablaba, pero me daba mucha rabia su actitud, así que le dije que lo sentíamos mucho, y que si quería podíamos hacer la vertical en medio de la carretera para demostrarle nuestro arrepentiemnto, y que si eso era suficiente para solucionarlo.
Reconozco que me pasé de listillo, y que no le hizo ni pizca de gracia, pero sabía que cuando sacara el dinero, como así fué, todo estaba solucinado. Al final de todo, 300 pesos pasaron de mi mano a la suya al estrecharle la mano, y con una sonrisa y un " tengan un buen día", se despidió de nosotros. La cara de gilipollas que se te queda es enorme, y si llego a estar en España o llego a tener más dinero, pago la multa y lo denuncio, pero ni una cosa ni la otra, así que me ahorré una buena pasta.
A parte de la anécdota, el día fué muy bueno entre playita, snorkel, más playita y más snorkel.

Ya de vuelta al tumulto de Playa del Carmen, y con la idea en la cabeza de alquilar una bicicleta para irme hacía el sur a conocer los restos Mayas que me quedaban, me conecté a internet y vi como mis amigas israelitas que conocí en Las Vegas, estaban parando en un hotel cerca de mi hostal, y querían quedar para charlar.
Aquella tarde fuí a su habitación en busca de ellas y después de hablar las diferentes opciones decidimos que podríamos alquilar un coche entre los 3 y recorrer toda la costa mejicana.

Dicho y hecho, ahí estábamos los 3, metidos en un Atos con la idea de estar 3 días por ahí recorriendo. El único que tenía licencia era yo, así que me tocó hacer de chófer en los 900 kilómetros que al final hicimos.
La primera parada fué una playa que todo el mundo nos había recomendado, y en la cual pude dormir una reconfortante siesta a la sombra de las palmeras.

Empezó como una idea loca, pero poco a poco cogió fuerza, y después de la comida ya estaba decidido. Ibamos a recorrer los 250 km que había hasta la frontera con Belize y ibamos a estar ahí un par de días ( incluso pensamos de alargar el alquiler del coche).
No me pareció una mala opción, ya que mi hermana Nati me había hablado de un lugar muy bonito para hacer inmersión, y ese era mi objetivo. Con nuestro Atos, nos tiramos toda la tarde en la carretera hasta llegar al puesto fronterizo.
Cuando llegamos nos llevamos la decepción de que ellas tenían que pagar 70 dólares para la Visa ( craso error no haberlo previsto), y no salía a cuenta pagarlos para estar unos días.

Asumiendo ya que no podría ver Belize, tuvimos que montar otro plan, y no fué otro que parar en el primer pueblecito que encontráramos y así, al menos, conocer el real méjico, lejos del turismo. Esa población no fué otra que Bacalar, a la que llegamos sin tener pajotera idea de donde estábamos ni que había para ver.
Cenamos en un restaurante a precio de local, y preguntamos al dueño que se podía hacer por aquellos mundos. Resulta que estábamos cerca de la laguna que da nombre a la población, y que por lo visto era muy bonita.

Dormimos aquella noche en el coche, ya que el único hotel que había tenía un precio y calidad fuera de mi alcance y al amanecer bajamos a darnos el baño matinal al lago. El color del agua era tremendamente azul, y los niños locales jugaban ahí al ser domingo y no tener colegio.
Fué una mañana muy buena, que culminó el triunfo del Español que seguí por una conexión cutre salchichera que existía en el pueblo.

De ahí pusimos rumbo hacía el norte, con el objetivo de llegar a la hora de comer a una zona de playa de la que todos hablaban y que no resultó ser nada del otro mundo. Tal fué el fracaso que ni me entraron ganas de bañarme en ese sitio, y empezaba a estar bastante desilusionado con las playas "caribeñas" de Méjico.
No alargamos demasiado nuestra estancia ahí, y al menos el tener coche propio nos permitía irnos cuando quisiéramos. Llegamos a Tulum a la hora de cenar, y una vez alojados en un hotelito que nos ofreció un buen precio por dos habitaciones dobles, una de las cuales iba a ser solo para mi, nos retiramos a descansar y a esperar al día siguiente.

Las visitas obligadas de las ruinas de Cobá y Tulum las teníamos programadas para el mismo día, ya que el siguiente ya teníamos que devolver el coche en Playa.
Primero nos dirijimos a Cobá, en donde tienes que caminar media hora entre "selva" ( que baje dios y lo vea si eso era selva), como mis amiguitas pijas israelitas lo bautizaron y llegabas a la pirámide más alta de toda la península del Yucatán ( 42 metros).
Ellas tardaron más, porque yo ya estaba bastante arto de las tonterías que hacían y de la finura con la que iban por la vida, así, con las llaves del coche en mi poder, hice mi recorrido, subí a lo alto de la estructura y después de disfrutar un rato de la brisa y de las vistas, puse camino de vuelta solo hacía el parking.Una de ellas subió, la otra se ve que sólo hacía que refunfuñar y quejarse del calor y se quedó en la base ( ya me explicareis).

Con esta situación nos fuimos hacía las ruinas de Tulum, situadas en la misma playa, y al llegar me sorprendieron al decirme que estaban cansadas de tantas piedras y ruinas y que se quedaban fuera esperando.
Lo cierto esque me sacaron un peso de encima, y visité los últimos de los restos Mayas solo y con una tranquilidad que añoraba. Me tomé mi tiempo, sin importarme lo más mínimo que estuvieran fuera, y cuando terminé de verlo todo, con sus miles de iguanas gigantes que campan por todo el recinto, y con sus templos a escasos metros de la playa, me reencontré con ellas y nos fuimos a acabar el día en una playa cercana, llena de turistas y sin ninún tipo de encanto.


La noche previa a nuestro retorno estuvimos alojados en el mismo hotel que el día anterior, pero esta vez teníamos que dormir los 3 en la misma habitación. Yo me retiré a dormir antes, ya que estaba cansado y además ellas habían conocido a otras dos israelitas y charlaban de sus cosas.
Al entrar ellas a la habitación, hicieron tal ruido y tango el gilipollas que les solté el moco de sus vidas, en puro español ( en el que no entendían más que hola y adiós) pero que seguro que captaron la idea general. Aquello acabó de llenar el vaso.

A la mañana siguiente apenas les dirijí la palabra y me moría de ganas ya por desembarcarlas y hacer otra vez mi viaje solo. Llegamos, un beso de despedida y un "take care" y a la mierda, por fin me dejaban tranquilo, y esque convivir 4 días ( 24 horas) con dos chicas es complicado, si son pijas y fifis más, pero si encima son israelitas la cosa se complica hasta niveles difíciles de explicar, y que seguro que Prada me entiende a la perfección.

Con la mala leche que traía yo encima, solo me faltó que el figura del alquiler de coches me dijera que la zona del paraxoques superior, por donde sacan las maletas estaba rayado y que tenían que pintar todo el parabarros.
Al ir a mirarlo solo pude reirme irónicamente y ponerme como una furia, y esque no era nada, era una pequeña línea, probablemente hecha cuando la más "posh" de mis ex-compañeras de viaje había sacado el baúl que traía para 4 días ( que maletón señores). Mientras yo había dejado la mochila grande en la oficina donde rentamos el coche, igual que Nofar, Yardel se había llevado todo el armario con ella.

Así estuve por más de 1 hora discutiendo con el listillo aquel ( y esque con lo del policía ya había tenido suficiente), no quería que me timaran más. El me amenazaba con los papeles firmados y con la garantía que había sacado de mi cuenta y yo solo hacía que reirme sarcásticamente y decirle que llamara a un policía, a su jefe y a un perito para decidir si aquello era rayada, o una paja mental temporal que le había agarrado.
Finalmente me devolvió mi garantía, y me dijo que el mismo lo arreglaría con no se que producto que costaba 50 pesos ( 3 euros), y que tenían que correr a mi cuenta. Lo cierto es que me quería ir ya de allí, ya tenía el comprovante, pero no quería más problemas, así que le dí el dinero y antes de marchar le dediqué un buen discurso que fácilmente lo podría haber firmado el señor Jaime Batlle.
Sé que de poco le sirvió, pero yo me quedé más ancho que nadie.

Con el descanso de estar ya sin las chicas, tenía que decidir cual sería mi último destino en Méjico antes de mi partida, y decidí gastar los 3 días que quedaban en Isla Mujeres, buscando la playa y la tranquilidad que no había encontrado hasta la fecha.
Después de un bus y un ferry llegué, y me encaminé al único hostal que había en toda la isla, y en el único en el que me han puesto pulserita ( royo resort).
El sitio estaba muy, pero que muy bien, servían comida buena a un precio barato, estaba cerca de la playa, una playa realmente bonita y sin masificar. En definitiva, mi última estancia acabaría por dejarme un buen sabor de boca, en contra de todo lo que me había pasado en las playas de la ribiera maya.

En el hostal estaba también alojada la chica francesa que había conocido en Cozumel, pero yo estaba tan saturado de la compañía, que cuando se acercó, le dije que había venido a estar solo, a pensar en mi futuro, a reflexionar sobre muchas cosas. La pobre chica se quedó sorprendida, pero me dijo: lo entiendo, yo también he pasado momentos malos...jajajaja, se debió pensar que estaba loco.

Así gasté los días en la playita, tomando el sol, y esta vez si, haciendo inmersión en las aguas cristalinas. Como yo estaba buscando algo diferente, me llamó la atención una empresa que ofrecía un barco hundido a 25 metros de profundidad.
Me informé, pregunté si con mi licencia podía bajar tanto ( no está permitido) y como ya tenía los dólares en la mano, la respuesta no hace falta que la ponga en estas líneas.

El día del buceo me levanté pronto, fuí al punto de encuentro, y con otro chico canadiense nos montaron en una barca de pescadores muy pequeña y fuimos en busca del dive master ( monitor de buceo).
El tio no podía ser más borde, y nada más entrar en el barco y sin saber que yo era español, le soltó al capitán del barco: " con dos no me gano ni para la cerveza, al menos vamos a ir rapiditos".
Cuando le dije que le había entendido y que no era nuestra culpa, sino de la agencia, me pidió disculpas, aunque siguió con su actitud de prepotente, y así, mientras montábamos el equipo, el capitán hizo ademán de ayudarme y le dijo: " deja que lo hagan solos, esta inmersión es para gente experimentada que saben montar su equipo solos".
No le quise responder, pero como a los chulos al final el destino o su propia chulería les deja en su sitio, en el fondo del mar, el canadiense y yo tuvimos que ponerle la botella en el sitio porque la había abrochado mal y la estaba a punto de perder. No le vi la cara, pero seguro que se puso como un tomate.

Dejando al guía de lado, la inmersión fué un gustazo, estar dentro de un barco hundido, recorrerlo por dentro, viendo miles de peces en sus entrañas, morenas, plantas....una sensación que nunca antes había tenido, y que hizo que valiera la pena el dinero pagado.
La segunda de las inmersiones la hicimos en un arrecife donde vimos lo típico de la zona ( no vimos tiburones esta vez, lástima), en la que las tortugas de mar son la protagonistas.

Más playa y más tranquilidad terminaron la estancia en la isla antes de coger el ferry y el bus que me llevaría al aeropuerto para irme a uno de los destinos más esperados, Cuba.
Eso ya será cosa de la próxima entrada.

A la hora de escribir estas líneas aún no he tenido ningún síntoma de la fiebre porcina que circula por Méjico y que a llegado a España con algunos de los muchos turistas que habían por la zona. Seguro que en Valencia habrá algún caso.
Me mantendré al loro por el posible periodo de incuvación, pero tranquila mamá que de momento ni los puercos ni las vacas pueden conmigo.

Aquí van las fotitos: http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada2/BarbeMejico#




Barbe