sábado, 25 de octubre de 2008

Bali y las Islas Gili

Cogíamos el avión hacía Bali teniendo las recomendaciones tanto de Calvillo como de Batlle, los cuales habían ido unas semanas antes. Evidentemente el plan de viaje no era ni mucho menos el mismo, pero ya era un inicio, ya que la mayoría de gente a la que habíamos preguntado, nos comentaron que no valía mucho la pena ir.
Después de 3 horitas de vuelo, nos platamos en el aeropuerto a la 1 de la madrugada, con la idea de ir a la playa de Kuta. Al intentar compartir taxi con más gente ( para seguir arañando algún dinerillo de todos lados), nos encontramos como habían 2 Alemanes ( con sus respectivas cervezas en la mano), que estaban esperando a unos amigos que venían en el mismo avión. Entre broma y broma acabámos compartiendo el taxi entre los 6 que, como podeis imaginar, junto con todas las mochilas, parecíamos sardinas enlatadas dentro del coche.
De camino al destino, nos comentaron que estaban en Bali estudiando ( vaya chollo), y que cada fin de semana había mucha fiesta, y que por supuesto nos uniéramos con ellos, ya que era sábado, y todo el mundo salía. Evidentemente no era nuestro plan inicial, ya que teníamos que buscar hostal a las tantas de la mañana, y además teníamos ganas de descansar. Así que decidimos usar el comodín de " vamos a buscar alojamiento y nos vemos luego por ahí", a lo que, ante nuestra sorpresa nos dijeron que no tenían más sitio en su piso porque alojaban a los dos amigos, pero que tenían otros compañeros que tenían una casa grande y que no había problema en que nos quedaramos ahi a pasar la noche, y que si nos los ganábamos, podíamos estar más días.
A pesar de estar un poco reacios, decidimos ver el percal antes de darles una respuesta, así que fuimos en dirección a la urbanización Mira Selva, y nada más entrar ya vimos que había algo extraño, ya que la primera visión fué un ciervo corriendo por el jardín. Ante nuestro asombro nuestro nuevo amigo Irakí-aleman nos señaló con el dedo un recinto cerrado donde tenían también un cocodrilo.
Al entrar en la casa y dejar las cosas en un salón de la planta de arriba en la que tenían un colchón inflable estirado en el suelo, nos miramos el uno a otro, y nos dijimos: " vaya historia para el blog". Evidentemente por seguridad, y ante la posibilidad de que estos individuos se pagaran su estancia en Bali a costa de turistas confiados ( o primos según se mire) como nosotros, nos llevamos todo el dinero, así como el pasaporte.
Decidimos irnos de fiesta con nuestros nuevos amigos, y al salir de la casa, nos dijeron que no había problema con la hora de llegada, ya que la puerta siempre estaba abierta. Ante nuestras caras de sorpresa delante de este hecho tan poco habitual, llegaron las consiguientes explicaciones, y de verdad que no fueron las que esperábamos.
Nos dijeron que la puerta estaba siempre abierta, que dejaban todo los objetos de valor a la vista sin problemas, porque era una urbanización a la que nadie se atrevía a entrar para robar. Y el motivo era, que el propietario del terreno y de las casas era el capo de la droga de la zona, que vivía en la casa contigua. Así que allí estábamos nosotros, recién llegados a Bali, con nuestras cosas en casa de unos estudiantes que tenían alquilada la casa a un narcotraficante.
La noche no dió para mucho más, y nos retiramos pronto a dormir, con la sensación de que aquel sitio estaba plagado de gente occidental con ganas de mucha fiesta, pero que no dejaba de ser el Benidorm de Bali. Dormimos en nuestro colchón inflable ( por cierto, super incómodo), y al mediodía decidimos ir a buscar un hostal, ya que era demasiado abusivo estar más tiempo ahí.
Después de encontrar alojamiento, fuimos ha hacer lo más popular de la isla y por lo que es tan popular; el surf. Para ello, utilizamos de nuevo la hospitalidad de nuestros amigos, que nos habían dicho que podíamos usar sus tablas, así que volvimos a Mira Selva en busca de ellas.
Al entrar en el agua, ya nos dimos cuenta de que las olas eran de un tamaño más grande a lo normal, pero como no podía ser menos, los dos españolitos tenían que meterse en el meollo, sin tener ninguna experiencia anterior. Con todo ello, y en la zona donde rompían las olas, nos fué imposible coger ninguna, y lo que si que hacían eran caernos encima una y otra vez. Con tanto revolcón, tragada de agua, y de nuevo revolcón, nos dimos cuenta de que para llegar a C, casi siempre hay que pasar por B. Así que nos fuimos a donde nos tocaba, a la orillita, con la espumita, y intentando con más o menos éxito levantarse encima de la tabla.
Mientras Prada lo seguió intentando toda la tarde, Barbe, con el estómago aún lleno de agua de mar, decidió ver los toros des de la barrera. El día siguiente lo pasamos en la playa, Prada con el surf, y Barbe sin más ganas de tragar agua.

Nuestro siguiente destino era, después de la recomendación de Batlle, las Gili, un conjunto de 3 islas, situado muy cerca de Lombok, la isla contigua a Bali. Así, empezaba nuestra travesía en busca de más aguas cristalinas. Después de coger un mini-bus a las 6 de la mañana, que nos llevaran a un puerto, que esperáramos a un Ferry que tardaría 5 horas en llegar a la otra isla, otro mini-bus para acercarnos y finalmente una barquita típica de pescadores, llegamos a Gili Trawangan cerca de las 7 de la tarde ( seguro que tu fuiste en avión eh Batlle). 13 horas de trayecto, pero que nada más llegar vimos que habían valido la pena. La isla era la más grande de la 3, y para que os hagais una idea, todo el perímetro se hacía en 35 minutos corriendo, nada.
Después de instalarnos en un hostal a apenas 50 metros del agua ( no es dificil, todos lo estan) y de pegarnos nuestro primer baño, fuimos en busca de algún lugar para cenar. Como nos suele pasar siempre, cuando decidimos uno que esté bien calidad-cantidad-precio, nos convertimos en sus mejores clientes durante nuestra estancia. Si, lo sabemos, somos así de originales. Esta vez, la elección fué perfecta, ya que después de tiempo ibamos a comer realmente sano. Nos decidimos por un restaurante que ofrecía buffet libre de ensalada si pedías carne o pescado a la barbacoa. La verdad es que nosotros estábamos interesados sólo en la ensalada, ya que era completísima y además la acompañaban de unas salsas, que para nuestro paladar habían dejado de existir; así que pedimos alternativamante pinchito de carne y de atún durante los 4 días ( evidentemente era lo más económico), y nos poníamos ciegos de ensalada ( ya sabes Jacobo....value for money). Como aún y así se nos iba bastante de presupuesto, la alternativa fué desayunar tarde y cenar pronto, así evitábamos la comida. Fué perfecto y no pasábamos nada de hambre, aunque a partir de las 6 de la tarde ya deseábamos que llegaran las 8, como el niño que está en clase esperando que suene la campana para ir al patio corriendo.
Los días en la isla fueron de los más estresantes de nuestras vidas, nos levantábamos cuando el despertador interno marcaba, ibámos directamente a la playa con la toalla, las gafas de bucear y el tubo, y nos dedicábamos todo el día a hacer snorkelling en unas aguas de color turquesa, donde a apenas 5 metros de la orilla podías encontrar una vida submarina increíble. Sólo existía un pequeño problema, y esque había una corriente fuerte que no se podía salvar nadando, y que te llevaba en perpendicular a la playa. Así que como si de un parque acuático se tratara, nos metíamos en el agua, nos dejábamos llevar por la corriente, sin necesidad ni si quiera de nadar, y veíamos pasar a nuestros pies miles y miles de peces de todos los colores y tamaños. Cuando llegábas al final de la playa, salías, te dabas un paseito por la orilla viendo el paisaje y te volvías a meter en el punto que querías para repetir de nuevo la operación.
Otro método que utilizamos, era el de quedarse cogido a la cuerda de algún barco anclado, mientras el agua intentaba sin éxito llevarnos hacia abajo. Poco a poco fuimos depurando la técnica y ya bajábamos por la cuerda para ver el fondo con más claridad. A destacar las tortugas gigantes de aproximadamente un metro con las que nadamos y jugamos en un par de ocasiones ( vimos un total de 5), el pez gatillo que le pegó un muerdo a Prada ( y es que ya le avisaron en el curso que no te puedes meter en su territorio), y el tiburón que encontró Barbe en una cueva submarina en la inmersión que hizo. Como os hemos dicho antes, demasiado estrés para el cuerpo.
Por la noche intentamos encontrar algún sitio para tomar algo, pero la gente estaba toda en plan relax, y a partir de la 1 quedaba poca gente en los bares. Tampoco fué mal, porque tirarse todo el día en el agua arriba y abajo, mira que pez, me hundo para verlo mejor, llego arriba casi sin aire, vuelvo a hundirme a ver si llego al fondo y así continuamente....puede con cualquiera, y las noches, como buenos niños, a dormir prontito.
Como todo en esta vida tiene un final, y más si es bueno, los días pasaron volando, y a la hora de marcharnos, nos quedó la sensación de que podríamos haber estado una semana más con nuestro plan. Siempre nos queda el consuelo de que tenemos muchos años por delante para repetir los mejores destinos, y este, probablemente será uno de ellos, aunque eso si, y sin desmerecer la compañía del uno con el otro, la próxima vez lo haremos con pareja.
Para terminar nuestra estancia en Bali, otras 13 o 14 horas de medios de transporte para llegar al aeropuerto, a destacar el trayecto en Ferry, tirados ( literalmente) en la cubierta con un sol de justicia y otras 4 horitas en la terminal. Poníamos punto final a Indonesia y cogíamos un avión con otras 430 personas con destino a nuestra última parada asiática.

Fotos:
http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada/BaliYLasIslasGili#

sábado, 18 de octubre de 2008

Cambio de tercio

El pasado dia 6 se cumplieron cuatro meses desde que dejáramos nuestra añorada Barcelona, si bien nos parece que ha pasado una eternidad desde que familia y amigos nos despidieron en el Prat un 6 de junio que hoy recordamos como remoto. Ya es un tercio del camino lo recorrido y, aunque (si la suerte sigue acompañándonos) todavía tenemos ocho suculentos meses de andadura por delante, cada día que pasa difumina nuestro recuerdo de aquél 6 de Junio y hace que veamos el final de esta aventura un poco más cerca.

Con este motivo, nos gustaría dedicar esta entrada a compartir nuestras impresiones sobre lo hasta ahora vivido, con todos aquéllos que hayan seguido este humilde blog en algún momento durante este primer tercio de nuestro viaje.

¿Por dónde empezamos? Vamos primero a por lo fácil: los países visitados. Rusia, Mongolia, China, Vietnam, Camboya, Laos, Tailandia, Malasia, Singapur e Indonesia. STOP. Nota al pié: Pedimos disculpas de antemano a todos los habitantes de aquéllos paises que hayamos visitado hasta la fecha por lo que podamos escribir a continuación. Nuestra dinámica de viaje (y esto sigue siendo parte de la nota al pie) nos ha hecho visitar muchos paises en un espacio de tiempo relativamente corto, lo cuál básicamente deriva en que no duramos, por lo general, más de dos o tres semanas en cada país. Es evidente que lo que se puede llegar a conocer de según que paises en ese tiempo es minúsculo, y que para conocer mínimamente algunos de ellos (véase China) se necesitarian al menos los doce meses que este viaje pretende abarcar. Por ello, algunas de las opiniones de podamos compartir a continuación pueden no ser relamente representativas de los países en cuestión sino tansólo de aquellas partes que, para bien o para mal, hayamos visitado. Dicho esto, sigamos...

Rusia fué, especialmente Moscú, muy bonito aunque es uno de losl paises que, de los que hemos visto hasta hoy, menos nos ha aportado por ser el más parecido al nuestro. Aún así, fué un buen destino de transición entre nuestra España natal y la Asia más profunda. Rusia es uno de esos paises que nos encantó ver pero que se devaluó en cuanto pisamos nuestro siguiente destino, algo que nos ha pasado en otras ocasiones. El transiberiano fué una experiencia única aunque muy distinta de la que esperábamos. Pasar cuatro dias seguidos sin salir de un bagon de dos por dos metros recorriendo Rusia fué una experiencia que siempre recordaremos como algo especial pero que seguramente no repetiríamos. Visto en perspectiva, lo agradecemos como gran terapia de choque contra las horas y horas de autobús que más adelante hariamos en Asia.

Mongolia fué la primera gran sorpresa de este viaje y el primer gran fallo. Sorpresa porque no esperábamos encontrarnos con los paisajes increíbles de los parques mongoles y fallo porque sólo estuvimos tres dias por tener los billetes de tren hacia China comprados de antemano. Primera gran lección: hay que dejar más espacio para la improvisación.
Pekín fué nuestro primer contacto con el curioso submundo que es China, así como el primer lugar donde dedicamos unos días a descansar, después de haber recorrido 8,000 km en tren. La ciudad nos sorprendió por su modernidad y su gente por la amabilidad que muestran en todo momento. Además de Pekín, de China nos gustó Hong Kong, donde lo mejor fué encontrarnos con Mr. Albert Calvillo y conocer a sus amistades. Guangzhou nos demostró que en Europa somos cuatro gatos y que en China cualquier ciudad mediana tiene tantos habitantes como media España.

De China al sudeste asiático, que seguramente ha sido lo más divertido hasta la fecha. Vietnam fué especial por ser el nexo de unión con los que han sido nuestros compañeros de viaje durante los últimos casi tres meses y por tener algunos tramos muy bonitos, aunque una vez vistos Camboya y Laos, Vietnam queda en el recuerdo en segundo plano. ¿Quizá porque pecamos de avaros y quisimos hacer vida de playa en un país del que la playa es el menor de sus activos? Puede ser, pero la realidad es que recordaremos Vietnam como algo mediocre comparado con sus vecinos. Laos y Camboya fueron otra gran sorpresa. Quizás también porque eran dos de los paises sobre los que menos conociamos y por ello las expectativas eran menores. Lo paradójico es que, tanto viajando como en otros ámbitos, suele darte más aquél de quien menos esperas recibir. Camboya por sus espectaculares templos, por su naturaleza, por la curiosidad de ver a gentes que viven literalmente en cabañas. Laos por sus paisajes, sus monjes, sus mercadillos ambulantes, y por bajar el Mekong en donut parando en los bares en su orilla. Tailandia fué lo más divertido. Porque combina playas espectaculares con calidad de vida occidental y un ambiente festivo de mucho cuidado (véase la Full Moon Party).

Malasia es seguramente la gran perdedora de nuestro paso por el sureste asiático. Todo sea dicho, sólo vimos Kuala Lumpur, su capital, pero el país en sí nos dejo un sabor de boca un tanto amargo. No nos pareció que Kuala Lumpur puediera ofrecer (dejando de lado sus torres Petronas de 451 metros de altura) que no hubieramos visto ya en otras ciudades asiáticas. Singapur no nos sorprendió como destino turístico pero sí nos cautivó como posible destino en el que llevar una vida europea a orillas del pacífico. De Indonesia hemos visto poco (sobretodo teniendo en cuenta su tamaño) pero lo que hemos visto nos ha cautivado. Paraiso del surf y del buceo, es una Tailandia un tanto menos desarrollada, con olas más grandes y muchos menos turistas, lo que la hace de él un país todavía más exótico (sobre Indonesia escribiremos en la próxima entrada).

En resumen, si lo que se busca es un viaje de naturaleza y conocer otros modos de vida, Camboya y Laos son el destino. Si lo que prima es la diversión, la vida nocturna y los paraisos bajo agua, Tailandia o Indonesia son el país. Si lo que se quiere es cambiar de aires y mudarse a un pais asiático, Singapur, Hong Kong e incluso Pekín (con un poco más de esfuerzo en cuanto al idioma) son tres grandes opciones Y si lo que alguien pretende es vivir una experiencia como ninguna otra, entonces el transiberiano es su tren. (Y si alguien le gustan las emociones fuertes y lo que quiere es ser extorsionado por la policía rusa, el camino más rápido es comprarse un billete a Moscú....)

No sería una cuestión fácil, pero si tuvieramos que decidir un sitio al que volver, seguramente serían las Islas Gili en Indonesia y las islas tailandesas. Eso, porque somos unos enamorados del mar. Y día cada día que pasa, más. Si no lo fuéramos, seguramente escogeríamos Laos o Camboya.

Si, al contrario, tuviéramos que volver a todos los destinos menos a uno, es bastante probable que Rusia (lo sentimos Sr. Medvedev) o Vietnam se quedasen fuera.

A ver, sigamos. Sobre algunas de las preocupaciones que teníamos antes de salir de casa. La maleta, por ejemplo. Aquí sí que no hay nada que discutir. Simplemente, nos hemos pasado de ropa. Aunque es cierto que todavía nos quedan casi ocho meses y que el clima puede variar algo, sin jerseys y con un sólo tejano hubiéramos sobrevivido sin problemas. El cuántos llevamos nos lo reservamos. De los tres pares de zapatillas que llevamos, con dos (unas para correr y otras para salir) bastábamos. Del botiquin, nos sobra todo excepto el Augmentine para las infecciones de oído, el Ibuprofeno porque nunca se sabe cuando te puede doler una muela o los mismos oídos y el Fortasec por lo que es evidente (aunque es prescindible si se tiene acceso fácil a un buen plato de arroz). El ordenador pesa pero es fundamental para ir escribiendo las entradas del blog en momentos de lluvia, como el de ahora mismo, o en noches de insomnio, como la de ayer. Ah, y para los escépticos que se reían de Prada: la guitarra, imprescindible al cien por cien. Y el trípode, aunque no nos moriríamos sin él, nos ha permitido hacer fotos nocturnas (véase Hong Kong, las Petronas o la Plaza Roja) que nunca hubiéramos podido hacer de otra forma. Conclusión: estamos cargando cinco kilos de más porque sí, lo cuál era previsible. Pero nos están haciendo más hombres...

Venga, siguiente. La comida. Sin grandes problemas. A pesar de que hemos tenido un par de "indisposiciones" por barba, creemos haber superado con nota el examen asiático, sin duda el tramo gastronómicamente más complicado del viaje. Dietas a base de fideos fritos con vegetales y carne, pollo, o atún, lo mismo pero en arroz, y las hamburguesas con queso han sido los permanentes inqulinos de nuestros estómagos durante casi cuatro meses. Bastante fruta (unos más que otros), algunos currys (Giorgio, David: ni en Malasia lo hacen como el Grossman) y infinitos batidos de plátano y coco han puesto el resto. Es verdad, monótono. Pero barato. Pensad que nos hemos alimentado por una media de unos 5 euros al día.

Sobre el presupuesto, no podemos decir gran cosa porque no nos hemos puesto a hacer cuentas seriamente. Es que no tenemos tiempo ;). A groso modo, en Rusia estuvimos muy fuera de presupuesto aún habiéndonos marchado sin pagar el hostal. En China pecamos de novatos y acabamos hospedándonos en un hostal que estaba por encima de nuestras posibilidades, así que creemos que nos gastamos gastamos algo más de lo que tocaba. En Vietnam, Laos y Camboya gastamos bastante menos de lo presupuestado, seguramente un 70 u 80 por ciento, aunque ya contábamos con ello para compensar los precios de Rusia, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. En Tailandia estuvimos ligéramente por debajo del presupuesto porque se nos fué la mano con las inmersiones y los cursos de submarinismo, y además porque cogimos un avión que tuvimos que pagar aparte. En Malasia gastamos muy poco y en Singapur nos gastamos demasiado en comidas y salidas, aunque tuvimos alojamiento con piscina por la patilla. Creemos que, globalmente, estamos un poco por debajo de lo presupuestado en su día, lo cuál no nos pone las cosas fáciles porque los dos tercios de viaje venideros van a ser sustancialmente más caros que el primero. Qué se le va a hacer...habrá que comer mucha fruta, poca carne, compartir cama y, a las malas, tocar la guitarra por las calles.

Y luego está la convivencia...uy, la convivencia. Vivir veinticuatro horas al dia juntos durante ahora ya más de 130 días no es moco de pavo. Si a eso lo añadimos que tenemos que tomar decisiones cada dos por tres, la cosa se complica aún más. De acuerdo que no son decisiones de estado, pero el cuándo llegar, qué ver, qué no o cuándo irnos, son decisiones que hay que tomar y, siendo dos, el consenso es lo único que vale. Y, para qué nos vamos a engañar, aquí los mendas somos bastante cabezotas y cada uno quiere siempre salirse con la suya. Y ahí empiezan los roces, que ádemás de previsibles, no dejan de ser roces del día a día como los que tiene cualquier matrimonio. Y es que lo nuestro es, valga el símil, como un matrimonio sin sexo, lo que lo hace todavía más difícil...Bien seguro que el dia que nos llegue la hora de vivir en pareja estos meses de convivencia valdrán su peso en oro.

Piques puntuales a parte, la realidad es que hasta la fecha hemos sobrevivido decentemente el uno con el otro. El hecho de haber viajado acompañados casi tres de los cuatro meses de recorrido ha ayudado bastante. Si no, puede que ya estuviérmos de vuelta en Barcelona con un ojo morado cada uno. De hecho, viajar con más gente durante cierto tiempo es lo más divertido y seguramente lo mejor para preservar la salud mental. Y decimos cierto tiempo porque la experiencia demuestra que viajar con exáctamente la misma gente durante más de dos o tres meses crea más enemigos que amigos.

Para la tranquilidad de nuestros padres, vamos a viajar también acompañados durante los próximos dos meses, así que la continuidad de este peculiar matrimonio está bastante garantizada hasta que crucemos el ecuador de nuestro periplo por el mundo.

Si nos preguntáis que ha sido lo mejor y lo peor, ahí lo tenéis:

Lo mejor: Conocer Asia. Pablo. Xavi. Javi. Cris. Jabobo. Decir gracias en chino. Bañarse entre peces. El surf. Las inmersiones. Recorrer la Gran Muralla. Las cascadas. Un chapuzón en un cráter volcánico. Las llamadas a casa. Khao San Road. Los batidos de plátano y coco. Las excursiones en moto. La playa. Los paseos en bici. Revivir la guerra de Vietnam. Las Petronas. La hospitalidad de Huy. Su piscina. Ver a España la Eurocopa. Y a Rafa Nadal Wimbledon. Este blog y los comentarios que nos dejan (que aunque no son muchos, los apreciamos como no os imagináis...).

Lo peor: Los autobuses. Hacer la maleta. Deshacerla. Los autobuses. Las cucarachas. Las despedidas. La lluvia. El "ya no nos queda Fortasec". Las peleas. Los autobuses. Y poca cosa más.

Pues sí, esto han sido los primeros cuatro meses de odisea. Seguramente cambiaríamos cosas si pudiéramos volver atrás en el tiempo. Pero como no podemos, que nos quiten lo bailao.

Disculpas por el rollazo, se nos ha ido de las manos. Desde aquí nos comprometemos a invitar a una cerveza a todo aquél que haya conseguido leer toda esta parrafada de una sola vez. Y si le haya parecido interesante, entonces está invitado a una cena a nuestra costa.

Un abrazo.

Barbe y Prada

viernes, 10 de octubre de 2008

Malasia y Singapur

En Koh Tao nos despedimos de Xavi y Jacobo y con ello cerramos una gran etapa en nuestro viaje. Ya hace casi tres meses desde que nos encontráramos por completa casualidad y, aunque al principio ninguno de nosotros estaba muy seguro de que nuestra convivencia fuera a funcionar, si lo hizo. Javi, Cris, Jacobo, Pablo y Xavi: ha sido un auténtico placer y un privilegio viajar con vosotros.

Así pues, muy a nuestro pesar pero con la obligación de cumplir nuestro plan inicial, dejamos Koh Tao en un ferrry nocturno que se balanceaba más que un columpio pero que no hubiéramos cambiado por ningún autobús. A las 5 de la mañana nos despertamos en el puerto de Surattani, en Tailandia, donde cogimos un minibus que pensábamos nos llevaria hasta Kuala Lumpur.

Sin embargo, el minibus nos dejó en un pueblucho malasio del que no conocemos ni siquiera el nombre. Allí, para nuestra sorpresa, tuvimos que esperar seis horas (¡seis!) bajo un calor abrasador. Por suerte, hace ya muchos años que los americanos decidieron exportar su Kentucky Fried Chicken a todos los rincones del planeta, y así nosotros pudimos pasar la mayoría de las horas de espera en uno de los pocos oasis de aire acondicionado que habían en tan recóndito pueblo. Finalmente, cogimos el autobús sobre las 10 de la noche con más sorpresas: ¡¡Qué autobús!! Sabemos lo que estáis pensando: "una mierda de autobús no es sorpresa a estas alturas...". Cierto. Y es que la sorpresa fue otra. Como un regalo del cielo, pasamos todo el trayecto hasta Kuala Lumpur tumbados en los superasientos superreclinables de un superautobús. Dormimos como bebés. La verdad es que Dios fué justo porque después de la cantidad de kilómetros que hemos recorrido en autobuses-patera nos merecíamos algo así. Gracias Señor.

A las 4 de la mañana conductor nos despertó de nuestro eterno sueño cual príncipe a su bella durmiente. Habíamos llegado a Kuala Lumpur. Otra vez mochilas a la espalda y a buscar hostal. Después de ser asaltados por los "relaciones públicas" de los diferentes hostales, nos instalamos en uno en China Town, de una calidad tal, que la primera mañana se nos partió una de las camas y tuvimos que cambiar de habitación. Kuala Lumpur algo más caro que Tailandia así que en esta ocasión tuvimos que volver a decantarnos por una habitación con lavabo compartido con el resto de la planta. El lado positivo es que, sin lavabo dentro, es más improbable que las cucarachas intenten colarse en tu equipaje...

Ya bien dormidos y comidos, nos tiramos a la calle en busca de la atracción turística número uno de Malasia: las torres Petronas. Estos edificios gemelos de 451 metros que un dia fueran los edificios más altos del mundo (y que hoy han quedado relegados al segundo puesto en beneficio de un edificio taiwanes) son seguramente los más espectaculares que hemos visto y, para qué engañarnos, que veremos en este viaje. Sobretodo de noche, tienen una planta imponente (veánse las fotos). Lo único que reprocharles es que no se puede subir hasta arriba del todo sino solamente hasta un puente que los dos edificios a unos 180 metros del suelo. Tarjeta amarilla para los dueños del edificio. Debajo de las inmensas torres se esconde un no menos inmenso centro comercial donde uno no deja de sorprenderse de los límites a los que ha llegado la globalización: Zara y Mango en Kuala Lumpur.

Entre las torres y China Town (donde dormimos) se encuentra, para reafirmar que Kuala Lumpur es una ciudad de altura, una torre de comunicaciones de 410 metros aunque no subimos porque costaba dinero...seguimos muy pero que muy rácanos, no lo vamos a ocultar. También de camino a casa nos dejamos perder por las calles de Little India, donde nos vimos metidos, por sorpresa, en una manifestación por los derechos de los indús en Malasia. Tan metidos estuvimos, que nos grabaron las cámaras de televisión. Es que estamos tan morenos que se nos confunde con indús (sombretodo a quién escribe estas lineas, de pelo rojo).

Vistas las torres, subido al puente que las une, hecho ver que comprábamos en el inmenso centro comercial, dormido en China Town, recorrido Little India, visitado el Mandarin Oriental (Calvillo, tú ya nos entiendes)...¿qué hacemos? Pues lo que hacemos siempre cuando se nos acaban las atracciones turísticas y para lo cual ya hemos encuñado un nuevo término: callejear. Sin rumbo. Sin destino. Sin objetivo alguno más que el de sentirnos parte de la ciuidad.

Lo primero que uno descubre "callejeando" por Kuala Lumpur es que, a diferencia de el resto de grandes ciudades asíáticas, su población es mayoritariamente musulmana. De hecho, no hace falta "callejear" demasiado para percatarse. Los cánticos islámicos que se pueden escuchar cada ciertas horas (incluidas las de madrugada) son pista suficiente. Es lo que tiene visitar una ciudad musulmana en pleno Ramadán.

Y lo segundo en ser descubierto es que Kuala Lumpur tiene poco más que ofrecer. Será porque ya hemos visitado ciudades como Bangkok, será porque llegamos a Malasia un tanto cansados o será porque añorábamos las aguas cristalinas de Koh Tao. Puede ser, pero la cuestión es que nos pasamos los dos últimos días un tanto aburridos. Tanto, que Prada incluso se fue solo al cine ante la negativa de Barbe a ver una película en inglés no subtitulada (por cierto, gran película: Rumulus, my father. Ni idea del título en castellano).

Y así, tras tres dias de visitas a torres gigantes, increíbles centros comerciales e intenso callejeo, y otros dos de aburrimiento profundo nos encaminamos hacia Singapur.

Tras un viaje de siete horas sin más novedad que la de que nos volviera a tocar un autobús de lujo (Señor, déjalo ya porque vamos a acabar acostumbrándonos...) nos plantamos en Singapur. Desde la estación de autobuses, teníamos indicaciones exactas de como llegar a casa de quien haría de anfitriona durante los siguientes cuatro días: Huy. Huy (se pronuncia joi) es la novia australiana de Don Albert Calvillo, a la que conocimos en Hong Kong y que amablemente se ofreció para acojernos en su piso durante nuestra estancia en la ciudad más al sur de la península de indochina. Nosotros, que cedemos fácilmente ante la amabilidad y que no rechazamos nada que nos pueda ahorrar una perras, accedimos encantados.

Sobre las 7 de la tarde llegamos al humilde piso de Huy, muy céntrico, con piscina casi olímpica, gimnasio y parking. Y si ya casi nos saltan las lágrimas al ver la piscina, Huy nos hizo llorar a moco tendido cuando nos recibió entre surtidos de embutido, berberechos y pan con tomate...Diez puntos para Huy. Todo sea dicho, aunque preparado por una australiana, el pan con tomate y el embutido sabía muy català (esta vez diez puntos para Calvillo por la clase pà amb tomàquet). Los berberechos...bueno, eran...dejémoslo en que en Singapur los berberechos no son la especialidad.

Como buena ejecutiva de marketing que es, Huy supo vendernos la ciudad como nadie. Desplegando todo su arsenal de técnicas de venta, nos conquistó a base de marisco, dim sum (tapas chinas) y vasos de vino australiano. Profesional, muy profesional.

Durante los cuatro dias siguientes a nuestra llegada, fuimos guiados por toda la ciudad. El fin de semana anterior a nuestra llegada se había disputado el GP de Fórmula 1 en Singapur, así que pudimos ver gran parte del circuito urbano, que seguía sin desmontar. Incluso vimos las marcas que Nelson Piquet dejó al estamparse contra las vallas durante la carrera (ver foto). También recorrimos las calles de Little India, del barrio árabe, por supuesto de China Town (y ya es la cuarta que vemos además de la China real, prou ja!). Cenas en Clarke Quay (epicéntro de la vida nocturna), copas en el Raffles Hotel (el más famoso de la ciudad), paseos por los jardines botánicos y baños en la piscina fueron la guinda a ese oasis de cuatro días a todo lujo que vivimos en Singapur.

Todo sea dicho. Como destino turístico, Singapur puede no ser tan interesante como otras ciudades asiáticas como podrían ser Pekín o Bangkok, ya que el ambiente, si bien la gente es fundamentalmente de origen chino, es más bien occidental. Que no se nos mal interprete. En Singapur se pueden hacer mil cosas y te lo pasas en grande (especialmente si se tiene una anfitriona como la que tuvimos nosotros), pero no tiene ese tipo de atracciones turísticas que no se pueden ver en otras partes del mundo. Para que nos entendamos, le falta una Torre Eiffel, una Gran Muralla o un Khao San Road para otorgarle un atractivo turístico especial.

Sin embrago, si que es muy interesante observar la vida que puede llevarse en Singapur. Ambiente totalmente occidentalizado, precios más que razonables (es seguramente lo más asiático de la ciudad), edificios gigantes, lo que significa trabajo para todos, combinados con multitud de espacios verdes, sin caos, y las islas tailandesas, malasias e indonesas a tiro de piedra (y por dos duros) para un fin de semana de desintoxicación laboral de vez en cuando. Gran calidad de vida la de Singapur. Ahí queda dicho para quién tenga en mente un cambio de aires.

Tras una despedida muy triste aunque sabrosa (con más embutidos y pan con tomate), nos encaminamos hacia el aeropuerto, donde cogeríamos un avión hacia Bali, Indonesia, sobre la que escribiremos a su debido tiempo...

To Huy: Even though this blog is normally written in Spanish, we can not finish this post without spending a few words on thanking you for the nice stay we had with you at your place. Thank you for taking care of us even on the days you had to work, for taking us everywhere, and for the "pamtumca", which certainly made us feel like home. As spoken, we owe you and Calvs a dinner wherever we meet again, whenever that may happen. Hopefully soon. Thanks very much for everything. Enjoy the wine and take care.

Y al resto, esperamos nos disculpéis por la inmensa parrafada (acorde con el tamaño de las Petronas), pero es que cada dia disfrutamos más escribiendo en este blog.

Las fotos ya están disponibles aquí:

http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada/MalasiaYSingapur#

Un abrazo,

Barbe y Prada

domingo, 5 de octubre de 2008

Tailandia (2): Koh Phangan y Koh Tao

Después de nuestra estancia un tanto problemática en Phi Phi ( clima y enfermedades), nos dirigimos a las islas de la costa este de Thailandia en busca de la Full Moon Party. Desde aquéllos primeros días en Vietnam en los que dejamos de viajar sólos, se había marcado el 14 de Septiembre como día clave para estar en la isla de Kho Phan Ngan. Y allí estábamos, los 4 supervivientes del grupo, después de la última baja de Pablo por problemas médicos y universitarios, viajando en un ferry nocturno hacía nuestro siguiente destino.
Para poder aclimatarnos bien al terreno y a las costumbres locales, decidimos adelantar nuestra llegada 5 días, y así tener tiempo también de calentar motores. La idea inicial, era alquilar motos durante el día para ver toda la isla y por la noche ir a la playa a escuchar música y . tomar algo. Evidentemente, como toda idea inicial, no la cumplimos, y evidentemente también, no sacrificamos la vida nocturna, así que dejamos lo de las motos para otra ocasión. La rutina era salir por la noche hasta que el cuerpo aguantara, dormir hasta tarde y bajar a la playa para aprovechar los últimos rayos de sol. Esto que parece tan simple, no lo era tanto, ya que con nuestro plan de presupuesto limitado, y dado que para esas fechas todos los hostales estan a unos precios desorbitados, tuvimos que optar por ir a los últimos bungalows de la zona, situados en lo alto de una colina en un extremo de la playa. O lo que es lo mismo, 20 minutos de camino de tierra llenos de repechos para llegar a la playa, los comercios, internet, etc etc.....Eso sí, las vistas eran increíbles, el servicio excelente y además tuvimos mascotas durante la semana ( un perrito rebautizado con el nombre de omellete, y en el bungalow de Prada y Barbe, apareció un dragon de más de un palmo).
Durante las primeras noches tuvimos tiempo de encontrárnos con muchísima gente conocida, con las que habíamos estado previamente en algún punto de Camboya o Laos, así como también de ampliar nuestro circulo de amistades. Ahi quedan esos mallorquines, las rapitenques ( Eva y Vane) y tantos otros. A destacar que más de la mitad de la gente era de Israel, y después de indagar, aún no nos quedo claro el porque de esa invasión, aunque no nos importó demasiado ya que los chicos parecían buena gente, y las chicas no son como nos las imaginábamos ( incluso encontramos a la hermana de Prada entre ellas).
Después de unas primeras noches ligths, llegó la hora de la Pool Party, que se celebra dos días antes de la Full Moon, y como indica su nombre, es una fiesta que se hace en un resort a pie de playa en el que la gente utiliza la piscina para sobrellevar mejor el calor de la noche. Así, entre bañito y bañito, pasan las horas y no te das ni cuenta, y ejemplo de ello, es que acabámos los 4 volviendo por su cuenta y a diferentes horas.....es lo que tiene conocer a más gente.
Al día siguiente, y después de nuestra sesión de sol de 6 de la tarde, nos pusimos en marcha para afrontar la pre-full moon party, donde nos habían dicho que ya se notaba más el ambiente, y no se equivocaron, al llegar a la playa había más de el doble de gente que las noches previas, y los locales ofrecían sus mejores espectáculos de fuego y ponían sus altavoces a todo volumen para atraer a la gente. La noche superó todas las expectativas, y entre "hemos perdido a barbe, vamos al panel a buscarlo", " escucha la música tio" o " me queda aún hasta las 7", nos pasó la noche volando, riendo, perdiéndonos, encontrándonos, volviendonos a reir......en definitiva, espectacular.
Al día después, ya 14 de Septiembre, nos encontrábamos en nuestra sesión de sol de tarde, comentando la jugada y esperando que se hiciera oscuro para la NOCHE. La rutina fué la de siempre, ducha, cena y a la playa. Al llegar ya nos dimos cuenta de que algo era diferente. Donde las noches anteriores había 1 puesto de buckets ahora habían 5, habían montados espectáculos por toda la playa, cada metro de arena estaba ocupado y parecía imposible poder encontrar a nadie entre la multitud. Así que marcamos un punto de encuentro para cuando nos separáramos. Lo cierto esque la fiesta no pintaba demasiado bien, primero por la aglomeración de gente, y segundo porque veíamos difícil superar a la noche anterior.
Poco a poco la cosa se fué animando, y poco a poco volvimos a tener momentos irrepetibles, que si pinturas, que si complementos, que si ahora vamos para aquí, y ahora para allá, que ahora Barbe se va con las rapitenques, Prada a conseguido un nuevo juguetito, Jaccobo un monito, y Xavi dándole al Bucket. Total, se nos hizo de día muy rápido, y no fué inconveniente para seguir la fiesta un rato más, hasta que los cuerpos se declararon en huelga....eso sí, antes de la subidita al hostal, un buen snitchel para recuperar fuerzas nos vino de muerte.
El día siguiente lo pasamos rememorando la noche, viendo las fotos, borrando muchas y sabiendo que si la pre fué buena, la Full fué IRREPETIBLE. Nos despedíamos de Kho Phan Nhgan sabiendo que no nos habíamos movido de una playa, pero sabiendo también que había sido una de las mejores semanas del viaje.

De Kho Phan Ngan, pusimos rumbo a Kho Tao, otra isla, esta vez más pequeñita, conocida mundialmente por sus centros de buceo. Inicialmente ibámos a estar 3 o 4 días para que Barbe estrenara su libro de buceo en el viaje, y la idea era ver otra isla más, pero nos gustó tanto el sitio que pronto decidimos estar ahí el resto de los días de Thailandia. Así pues, Prada aprovechó para sacarse el título de buceador ( PADI), ya que era una gran oportunidad por el precio y por el sitio donde hacías las inmersiones.
Los primeros días en la isla, estuvieron marcados por el curso y por las inmersiones de Prada y Barbe, mientras que Jacobo y Xavi aprovechaban un poco más la noche y la playita de día. En uno de los días de inmersión, Barbe tuvo la suerte de ver y poderse bañar 30 minutos con un tiburón ballena de 5 metros, una experiencia increíble, aunque costó lo suyo, porqué aquí el inteligente se olvidó de sacarse el cinturón de plomos con la emoción del momento.
Una vez terminado el tema buceo, nos dedicamos los 4 a explorar la isla en motos, y digo explorar porque habían unas montañas considerables para llegar a las mejores calas, y como es de suponer, la gran mayoría eran de arena. Lo que hacía la gente normal era alquilar motos de montaña o quads para hacerlo, pero costaban 5 veces más. Así que con dos motillos nos metimos por todos los rincones, patinazo por aquí, vigila la piedra por allá, en esta subida hay que bajarse uno porque no tira, ojo la bajada que los frenos no van muy bien, este ruido no es normal, etc etc.
Aunque en el momento sufres, fué bastante divertido, y pudimos bañarnos en las mejores playas, rodeados de peces por todos lados ( incluso vimos un tiburón de 1,5 metros, aunque su paso fué fugaz), barreras de coral enormes, piedras para poder practicar nuestros mortales, puestas de sol super bonitas, y todo esto poniéndonos morenos.
Las tardes las pasábamos en el Brother ( pub inglés), donde nos tomábamos algo y aprovechábamos el wi-fi gratis que ofrecían, para luego ir a cenar al mismo sitio de siempre, un bar local donde hacían una comida buenísima a un precio muy muy razonable. La vida nocturna estaba limitada a un solo local ( Lotus ) que además cerraba a las 2. Entre eso y la poca gente que había, nos obligaba a irnos pronto a dormir y aprovechar realmente lo bueno, que eran el sol y las aguas cristalinas. Con tanto relax, nos costó hacernos a la idea de que se había acabado, después de 8 días aún tienes ganas de quedarte 8 más.
Pero como nuestro viaje continua, tuvimos que decir adiós a la isla, adiós al relax absoluto y poner rumbo a Malasia. Y esta vez había algo nuevo, y era que otra vez volvíamos a estar sólos, Kho Tao fué el último destino con Jacobo y Xavi, ya que ellos regresaban ya a Barcelona. Así que iniciamos una tercera fase del viaje, otra vez mano a mano, y con el recuerdo de tantos y tantos momentos vividos en compañía durante los últimos 2 meses y medio. Des de aquí mandar un saludo a los 5 ( Cris, Javi, Pablo, Jacobo y Xavi) y decirles que a sido todo un placer conocerlos.

Prada y Barbe

Fotos:
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