lunes, 11 de mayo de 2009

Barbe Cuba

Antes de empezar, y como el que avisa no es traidor, decir que esta entrada me a quedado un poco larga. Lo días que me tocó escribir estaba bastante inspirado, además que a sido un país en el que me a pasado de todo.
Así, si alguien lo quiere leer todo seguido y no tiene tiempo o está perezoso, que lo deje para otro día...hechas las advertencias, aquí está:


Ahí estaba yo en el aeropuerto de Cancún esperando al vuelo que me llevara a la Habana. El más económico de ellos lo había encontrado en la compañía "Cubana de Aviación", que opera sus vuelos con unos "modernos" yakolev-42 rusos.

Al entrar al avión ya me dí cuenta que me estaba metiendo en un mundo diferente, y precisamente es lo que buscaba. Como si de un bus asiático se tratara, la gente metía el equipaje de mano donde podía, y esque era tanta la cantidad de pertenencias que llevaban, que los compartimentos se llenaron enseguida.
Sin alarmarse lo más mínimo, las azafatas indicaron a los pasajeros que lo colocaran encima de los asientos de las primeras filas, que no estaban ocupados. Así, pusieron como pudieron toda sus cosas, y allá íbamos, de camino a Cuba, con el avión hasta los topes.

Mis compañeros de viaje fueron, por un lado un cubano-americano que volvía a la isla con sus colegas estadounidenses para pescar, y en el otro, un señor con apariencia cubana muy poco comunicativo.
El vuelo en sí tenía que durar sólo una hora, pero ya cuando estábamos llegando, nos dijeron que el aeropuerto de la Habana estaba cerrado por "operaciones institucionales" y que nos teníamos que desviar al de Varadero para esperar ahí. En ese instante, y con el avión en marcha, mi compañero cubano se levantó y ya nada más se supo de él . Llegamos a la conclusión que era un policía comunista.

Con una espera de hora y media en la terminal de Varadero, en la que estuve ojeando libros y guías, y con otros 25 minutos de vuelo hasta la capítal, por fin llegamos al destino final y empezaba realmente mi estancia en la isla.
La salida de maletas fué sin duda la más curiosa de mi viaje, y probablemnte de toda mi vida. En aquella sala estaban todas las famílias recogiendo sus interminables bultos, yo no sé como pudo entrar todo aquello en el avión. Así, ibas oyendo cosas como: " abuelaaa! ha salido ya la tele?" o "agarra el microondas!!"...Mi maleta tardó lo suyo y llegó otra vez rota por el mismo sitio donde ya la tenía cosida.

Al dirigirme a la información turística, me dí cuenta de dos cosas: la primera de ella esque Cuba no es nada barata, y los alojamientos menos. Descartado el hotel por el precio, y sin poder ir a un hostel ya que no existen, la única alternativa que me quedaba, y que para nada me desagradaba era irme a alguna casa particular.
El gobierno de Fidel permite a las famílias que cumplen una serie de requisitos, tener una o más habitaciones disponibles para rentar a los turistas y de esta forma ganarse unos pesos de más. El precio de estas habitaciones oscilan entre 25 y 40 pesos la noche, mientras que las otras opciones no bajan de 50.

Lo segundo que me enteré, esque el listillo ha implantado una segunda moneda para poder atracar mejor a los turistas. Así, mientras un peso cubano nacional equivale a 0.03 euros, el peso convertible está a 0.90 euros. Como veis, la diferencia es avismal, y en TODOS los sitios de turistas sólo aceptan el convertible.

Con estas dos nuevas ideas en la cabeza, y viendo que la única manera de salir del aeropueto era cogiendo un taxi y pagando en convertibles, decidí hablar con más personas y dividir el coste. Al final pagamos 10 pesos ( igualmente mucho dinero) cada uno por el trayecto.
Ya en el taxi, y con la intención de alojarme en el barrio de Habana centro o Habana viejo, le pregunté al conductor si sabía algún sitio de los baratos, y evidentemente me respondió que sí. Yo no sé si eran família o se llevaba comisión, pero llamó por teléfono y me arregló una habitación de 25 pesos ( obviamente convertibles).Al llegar al edificio en cuestión, subí con él, me presentó a las dueñas y se fué.

Mi nueva família durante mi estancia en La Habana iban a ser una abuela, madre e hijo, de nombres "La China", Xiona y Joel. Me enseñaron mi cuarto, una habitación enorme con dos camas de matrimonio, lavabo dentro y con vistas a toda la zona antigua de la ciudad ( era un piso 8). Lo cierto esque tuve bastante suerte.
Descargadas ya las cosas, la madre me dió las explicaciones pertinentes sobre lo de las monedas, en donde podía comer con moneda nacional, donde podía encontrar las cosas más baratas, etc, etc. También hablamos un poco sobre el país, la situación en la que están ( me sorprendió que usen mensualmente la cartilla de racionamiento), los puntos de interés de la ciudad, y en general de la isla. Ese era el plan que quería llevar en Cuba para poder conocer realmente la realidad de la gente, y esque metiéndose en los resorts no puedes llegar a saber según que cosas.

Una vez terminado, me fuí a cenar a un restaurante que me recomendaron y que la verdad estaba muy bien la calidad-precio, y después de la cena me decidí a conocer un poco de la noche cubana.
Sabía que no era ni la ciudad ni el barrio más seguro, pero yo había salido con el dinero justo y con la intención de exprimir al máximo mi estancia ahí.
Enseguida ya tuve compañía, se trataba de Jose, un ex-boxeador que acaba de salir de la comisaria por haber discutido con un policía.Estuvimos largo rato caminando juntos, mejor dicho él a mi lado, y como no podía ser de otra manera, al final me pidió dinero para comer. Yo le respondí que si tenía hambre yo le compraba algo en un sitio de nacionales.
El hombre, que todo hay que decirlo era de puta madre, accedió, y nos dirigimos a un puesto de venta ambulante en el que por medio euro se comió una cajita de pollo con arroz.

Yo pensaba que al pagarle la comida ya se iría, pero más que dinero el hombre buscaba alguien con quien charlar, y la verdad, a mi no me importaba hablar con alguien local a la vez que iba escoltado por un boxeador.
Hablamos duante mucho rato mientras caminábamos las oscuras calles de la Habana Vieja, y en algunos momentos pensé que estaba cometiendo una imprudencia, que me iba a quitar hasta los calzoncillos, pero dejé llevarme por mi intuición y esta no me falló.

Me llevó a los locales de moda, donde todas las chicas esperan a los turistas en la puerta para que estos las entren y después... pues después todos sabéis lo que pasa.
Como evidentemente este no era mi plan, y estaba a gusto escuchando a Jose hablarme de las realidades de su país, de la mala situación en la que están muchos de ellos, y de lo pesimista que era de cara al futuro, decidí invitarle a un trago y seguir paseando por la ciudad.

Acabamos la noche en el faro, cerca de la avenida del malecón, después de haber estado 3 horas hablando. Ahí ya vi que nuestros caminos se tenían que separar, ya que sus intenciones eran, cuanto menos, una poco raras, y su sugerencia fué que acabaramos la noche espiando a las parejas que se hacían cariñitos por aquellas zonas.
Después de flipar durante unos momentos, le dije que yo me iba para la casa, nos despedimos y me volví con un ritmo un poco más elevado y estando atento a la gente que tenía detrás. Aquí finalizaba mis primeras horas y lo hacían con un muy buen sabor de boca. Ahora me tocaba descansar en mi cama gigante para afrontar el siguiete día.

Por la mañana la abuela me tenía preparado un café con trozos de pan y mantequilla. Me trataban mejor que un hotel, y estaban muy atentos en todo momento.
Fué durante el desayuno que la mujer me dijo que la vecina de enfrente había asesinado a su marido la noche anterior y se había intentado suicidar. Me quedé de piedra, pero estas son las cosas que tiene el meterse de cabeza a vivir un país de verdad.

Otra de las peculiaridades era que yo no tenía llave de la reja de entrada de la casa, solo me habían dado del portal y de mi habitación ( que nunca utilicé). La razón para no darme llave, era que tenían que controlar y pedir el dni de todos/as las personas que entraban en la casa, y como me dijeron, muchos de sus clientes traían "compañía".
Yo ya les avisé que no iba a ser mi caso, pero igualmente prefierieron seguir las normas, y siempre me encontré a la abuela en casa dispuesta a abrirme. Todo sea dicho, me daba un poco de cosa llega tarde, pero eran sus requisitos no los mios.

Bien desayunado y duchado, estaba listo para pasar todo el día caminando por la ciudad y para prepar toda mi estancia en el país. Salí del piso, y superado el tumulto de policías y enfermeros que habían en el rellano a consecuancia del caso de la vecina, puse rumbo hacía el Capitolio, esta vez armado con mi cámara de fotos, y disfrutando de los coches de época que circulan por la calles.
Son coches americanos y rusos de los años 50, que increíblemente siguen funcionando y que le dan a la ciudad un colorido muy especial. Al principio te sorprenden y quieres sacarle fotos a todos, pero más tarde acabas por acostumbrarte.

Del Capitolio, cogí la calle principal peatonal, llamada Obispo que me llevó entre galerías de arte y tiendas de manualidades y souvenirs hasta el mar, en donde, y por ser sábado, habían montado un mercadillo donde podías encontrar de todo. Me tiré allí más de 2 horas, buscando y rebuscando, libros antiguos, discos de vinilo, tallas de madera, todo tenía un encanto brutal.
Me podría haber quedado todo el día allí, pero tenía que seguir con mi ruta y el siguiente punto era encontrar un sitio donde me alquilaran una bicicleta por 10 días a un precio razonable.
La bicicleta la quería para recorrer toda la costa cubana, y des esta forma, ahorrarme el transporte, pero sobretodo, para poder tener mi independencia de horarios y de paradas.

Lo que puede parecer algo simple en España y en el resto del mundo, como es alquilar una simple bicilceta, en Cuba no lo es, y esque en este país carecen de casi todo. El bloqueo al que han sido sometidos ( por propia voluntad), les ha hecho que todo, absolutamente todo, cueste mucho de conseguir, y sus precios sean bastante más elevados. Parece que hayan parado el tiempo y que estén viviendo en los 60.

Después de preguntar y caminar un buen rato, encontré un solo lugar donde alquilaban algo que se parecía a una bicicleta. Eran muy antiguas, y las más modernas ( yo necesitaba una mountain bike) no estaban en el mejor de sus estados.
Al preguntar su precio ya acabé de acojonarme, y esque me pedían en un inicio 12 pesos convertibles por día, y con la negociación solo pude llegar a los 80 por los 10 días.
Al final de todo, y cuando yo le dije que por ese precio yo me compraba una nueva y luego la vendía, me comentó que era una buena opción, y que él me la compraría. Así, me fuí a informar sobre precios y opciones para poder cerrar un trato.

La búsqueda no fué tampoco sencilla, y cuando lo encontré me decidí, evidentemente por la más barata ( 125 pesos), a los que tenía que sumar 5 por el montaje.
Quedamos en que la pasaría a buscar el Lunes y volví rápidamente a mi amigo el rentador de bicis a negociarle un precio de venta. En el camino iba yo pensando como podía hacer para sacarle el mayor provecho, y así pensé que si le decía que me había costado 150, seguro que por 75 me la recompraba.
Al llegar, y esperando yo una negociación dura, el tio estaba sentado en la calle con otros 2 colegas, al más puro estilo " me estas estresando" y cuando le dije lo que me costaba me respondió que me pagaría 100 a mi vuelta. Me quedé tan sorprendido que ni intenté ( podría haberlo conseguido) subirle la cantidad. Consideré que 30 pesos ( 25 euros) por 10 días de transporte en bicicleta nueva no estaban tan mal. Ya se sabe que tampoco hay que ser mala persona.

Todo contento con mi gestión en el tema "bicicleta" y ya habiéndome quitado un peso de encima, me dirigí a comer algo en uno de los puestos de bocadillos que hay en la calle y en los que puedes pagar en moneda nacional. Me sorprendió tanto como atracan al turista que no puedo no ponerlo en estas líneas de mi blog.
A la hora de ir a pagar un bocadillo pequeño, me dicen que eran 5 pesos. Aquí empezó a trabajar mi cabeza, "nacional o me ha visto turista y ya me dice el precio en convertible?" . Ante la duda me responde, sin ningún tipo de tapujo: nacional 5, convertibles 2.
Ahí no pude reprimirme, y se lo tuve que decir, y esque 2 convertibles son 50 nacionales.
Después de mi argumentación matemática en medio de la calle, creo que la chica aún sigue pensando que no es un robo. Pero bueno, yo me quedé más tranquilo, y al final le pagué los 5 nacionales.

Seguí callejeando por la ciudad en busca de mi siguiente destino, la Universidad de la Habana. Y esque este verbo que tanto hemos utilizado en el blog, coge su mayor expresión en este lugar, ya que moverse en taxi, a parte de costarte dinero, te hace perderte un montón de rincones increíbles, no puedes sentarte en un parque a ver como los niños juegan a baseball ( los más afortunados con bate, pelota y guante, los menos con un palo de madera o metal y un tapón de botella como pelota), no puedes escuchar las conversaciones de las personas, en definitiva, te pierdes la esencia de la ciudad, y por lo que a mi me gustó tanto.
Me perdí por los barrios residenciales, que por ser sábado tarde estaba la calle llena de gente. Nadie me dijo nada, yo saqué todas las fotos que quise, y seguía mi camino. Al fin, después de caminar mucho, llegué a la Uni.
A parte de los edificios, poco más pude ver ya que estaba todo muy tranquilo, y lo dejé como asignatura pendiente antes de irme del país, si coincidía con algún día lectivo.

La última parada de la joranda era la zona más conocida de todas, la plaza de la revolución, en donde está la silueta del Ché en un edificio. Llegué, tomé las pertinentes fotos y puse rumbo de vuelta a la casa sin perder demasiado tiempo allí. Y esque de verdad, lo mejor de la ciudad es perderse en sus calles y barrios, observando la vida de la gente, observando el estado de las construcciones, observando la inmensidad de carteles y propaganda comunista y socialista que hay por todas partes. En mi caso estaba acentuada ya que en pocos días ( 1 de mayo) se cumplían los 50 años de la Revolución.
Por fin llegaba a la casa, y después de hablar un rato con la abuela y la madre, cené algo y me retiré a dormir para recuperar loas fuerzas.

A la hora del desayuno, y aprovechando que la madre tenía fiesta al ser domingo, estuvimos charlando un rato más, de varios temas, y el que me sorpendió más fué cuando me preguntó que porque el gobierno español seguía pagando ayudas económicas a gente como su madre ( por ser hija de españoles) si el país estaba en una crisis tan grande.
Obviamente no tenía respuesta alguna a esa pregunta, ya que yo mismo me quedé parado, y lo único que se me ocurrió fué decirle que éramos así de generosos. Y de verdad que lo somos, ya que no sé que hacemos "regalando" este dinero cuando tanto lo necesita la gente allá. Consideraciones a parte, me arreglé y me fuí en busca de un hotel que diera mi querido Español.

Busqué en varios, como si de un cliente se tratara, y al ver que los diferentes canales de televisión por cable no daban ninguna importancía a nuestro equipo, me resigné a pagar la conexión a internet, de la que solo disponen los hoteles de lujo, en otro aspecto más del régimen castrista. No quieren que nadie tenga acceso a la red, y solo trabajadores de rango disponen de ella.
Pagué el precio más caro hasta la fecha, 8 dólares la hora por una conexión lenta. Pero todo valió la pena, 2-0, racha impresionante con nuestro Ché particular ( Pochettino) y por fin después de 4 larguísimos meses salíamos del descenso. No podía pedir más, y la gente de mi alrededor alucinó un poco con mis reacciones, pero a mí tanto me daba, después de un largo, larguísimo túnel, por fin veíamos la luz al final, y esque este aspecto es el único que me a tenido intranquilo durante todo mi viaje.

Con la alegría en el cuerpo, me tiré el día entero haciendo kilómetros y kilómetros por las calles de La Habana, viendo como las construcciones van derrumbándose progresivamente a causa de la falta de inversión en la rehabilitación. Todas las calles parecen iguales, pero a la vez distintas, no me preocupé por que barrios estaba caminando, solo miraba, hacía fotos y disfrutaba del momento.
Así, me recorrí además de varios barrios, gran parte del malecón, con sus vistas al atardecer, y puse rumbo de regreso por las callejuelas de la ciudad. Me gustaba ser el único turista que caminaba por ahí, y como pasó el día anterior, nadie me miró mal, nadie tuvo una mala palabra, y eso me daba aún más confianza.
Antes de retirarme a la casa ha hacer la mochila para el día siguiente, donde iba a iniciar mi ruta de 10 días por las provincias de Cuba, me tomé una cajita callejera de pollo frito, que me supo a gloria, tanto en el estómago como en el bolsillo.

Aquí terminaba mi primera estancia en la capital del país, en la que estaría un día más a mi regreso. Dejé la mochila grande en la casa y me fuí a recoger la bicicleta que había encargado unos días antes. Este iba a ser, sin saberlo, uno de los días más largos de los casi 11 meses de viaje.
Llegué al centro comercial llamado "la época", y al dirigirme al chico de deportes, el que me había atendido dos días antes, me dijo textualmente " hola chico, aún no tengo tu bicicleta montada, ya sabes que somos una isla bloqueada". Entre mi pensé, que tendrá que ver....pero al decirme que tardaría 30 minutos no le dí mayor importancía, y me dediqué a pasear por las plantas de aquella especia de Corte Inglés a lo cutre para ver los productos y los precios.
Os quedaríais asombrados de los precios tan elevados que tienen que pagar por las cosas, y a modo de ejemplo vi un "pen drive" de 124 MB ( sí, super moderno), a un precio de 40 euros, para flipar. Todo era más caro, en unas cosas con más diferencia y en otra con menos.

Pasada ya la media hora y ya con ganas de irme con mi bicicleta, regresé a la sección de " deportes" ( 4 bicis, 5 pelotas y algún jueguecito para niños) y al preguntar me dijeron que el chico estaba aún montando dentro del almacén.
Ahí estaba yo, esperando e impacientándome, pero pasaron 30, 60, 90 minutos más y el tío no terminaba. Mientras tanto yo ya hice "amistad" con la otra depenienta y cuando ella se iba por algo, casi me dejaba a mi para atender a los clientes.

Durante todo este tiempo me enteré por eso de muchas cosas, que todas las tiendas, bares, comercios son del gobierno, y es este el encargado de gestinarlo y de pagar un sueldo a los trabajadores en función del grado. El salario para un trabajador normal eran 250 pesos nacionales al mes ( 9 euros).
Cuando me dijo esto yo le dije inmediatamante que con eso era muy difícil vivir si tenía que pagar en convertibles, y me respondió que la gente se busca la vida para pagar las cosas.
Aún así me dejó alucinado, ya que hay muchos productos que no los puedes pagar en moneda nacional.

Después de 2 horas ya apareció la bici detrás de una puerta, y el chico me dijo que faltaban solo algunos ajustes. Uno de ellos era inflar las ruedas, para lo que teníamos que bajar a la calle en busca de un compresor ya que ellos normalmente vendían las bicis desmontadas, y solo mis 5 pesos ( 50% de su sueldo) habían conseguido una excepción.
Al inflar las ruedas, otro inconveniente, la de atrás reventó y tuvimos que volver arriba a cambiar la válvula, así como los frenos delanteros que habían venido de fábrica defectuosos y faltaba un trozo de pastilla.
Aquello ya empezaba a ser cómico, y yo me lo tomé con filosofía, hablando con el chico ( Batista) de todo. Él me decía que era imposible trabajar así, que los productos Chinos que traían eran una mierda ( de verdad lo eran), y que encima pagaban un precio muy alto. Yo no le quité la razón, pero le dije que en China se hacen cosas de mucha mayor calidad.

Fué en este punto cuando la cosa se puso interesante, ya que de vuelta en la tienda y mientras cambiaba los frenos y la rueda, entramos en una conversación los dos dependientes, otro cliente y yo sobre el estado del país y de lo que entraba. La única que estaba a favor del régimen y lo defendía era la chica, más mayor de edad. Los otros 2 hechaban pestes y decían estar hasta los cojones ( como el 70% de la gente con la que he hablado).
Decían que no podía ser, que no tenían dinero ni para reconstruir sus casas, ni para comprarse nada. Me llegaron a soltar que el gran problema esque las armas las tenía todas el gobierno.
Con la conversación calentita, y casi de escondido, para que nadie más la escuchara, la mujer saltó y me dijo que al menos tenían la salud ( que para ella era lo más importante) gratis, y no como los españoles. Al contradecirla, los otros dos volvieron a la carga diciendo que su sistema es un fracaso y una mierda, que siempre le echaban la culpa al bloqueo, cuando los verdadreos culpables eran ellos mismos.

Lo cierto, y después de vivir unos días en Cuba, esque no les faltaba nada de razón, ya que todo lo que compraban a China ( con la que no tienen bloqueo) es de una calidad asquerosa ( como más tarde comprobaría), y para mí, su gran problema esque el gobierno subvenciona muchos negocios que no son rentables y que solo hacen que perder un dinero que podrían invertir en otras cosas.

Pero volviendo al tema de la bici, Batista cambió lo que tenía que cambiar ( quitándole las piezas a otra bici nueva ya que no les llegan recambios), y volvimos abajo para inflar las ruedas, además de alinear los radios que también venían cada uno como quería.
Toda una odisea, había entrado en aquella tienda a las 9,30 de la mañana para empezar prontito mi travesía, y acabé saliendo a las 3 de la tarde, aunque eso sí, me había enterado de muchas cosas, y había mantenido charlas muy interesantes.

Por fin, agarré mi mochila, crucé el túnel que pasa por debajo de la bahía de la Habana con un bus para motos y bicis, e inicié los primeros metros de mi viaje. Quería llegar al día siguiente a Varadero ( 135 km), así que al menos tenía que hacer 50 esa tarde, y me quedaban solo 5 horas de luz.

Con las ganas intactas, pronto me dí cuenta que aquello no iba a ser fácil, ya que el viento era muy fuerte y pegaba justo de cara, con lo que avanzar era tarea complicada.
Pero yo estaba en Cuba, con mi bici nueva y lo iba a conseguir. Me puse la música y pedalada tras pedalada iba avanzando hacía mi destino ( un pueblecito llamado Santa Cruz del Norte).
Con el inconveniente del viento ya asumido y sufriendo lo mío para avanzar, pronto tuve otra piedra en el camino. Ahí estaba delante de mi, la primera cuesta, de un desnivel y distancia importantes. Al bajar al plato pequeño me dí cuenta que aquello ya no funcionaba, que solo podía utilizar el mediano para las subidas. Dios, que larga se hizo esa cuesta, y llegué arriba con las piernas destrozadas y tuve que bajarme de la bici para descansar.
Llegó el primer momento crítico, ¿que hacer?. Con un viento tremendo y sin plato pequeño para las subidas.

No me podía rendir, me hacía mucha ilusión hacer Cuba en bici, y total, solo tenía que sufrir en las subidas y tirar de piernas, así que seguí adelante, una subida, otra, otra, otra, hasta que en una de ellas, el pedal de mi super bicicleta al hacer fuerza se partió por la mitad, imaginaros mi cara en aquel momento. Yo ahora al recordarlo me meo de la risa.
Acabé la subida como pude y al llegar arriba lo intenté arreglar, pero no podía aplicarle demasiada fuerza. En esos momentos ya me vinieron los primeros pensamientos de desistir, de dar media vuelta y pensar otra alternativa, ya que 10 días así iban a ser mortales. Pero mis ganas eran tantas, que ni viento, ni plato pequeño ni pedal partido podían con ellas.

Después de 3 horas pedaleando y en las que solo hice 30 km por culpa del viento ( joder, corriendo voy más rápido) vino la estocada final, el punto crítico. Al cambiar de piñón, aquel cambio dijo basta, y se rompió el cable. No podía ser, no me lo podía creer.
Me acordé de la madre del vendedor, de la de Fidel y de la de todos los chinos antes de tirar al suelo la maldita bicicleta y empezar a insultarla. Los coches y motos que pasaron debieron flipar, un chico gritándole a una bici......lástima que estuviera tan cabreado y no lo grabara en video.
Ahí estaba yo, a las 6 de la tarde, sentado en la cuneta en medio de la nada, con un trasto que no servía y maldiciendo mi mala suerte.

Pasado un rato me acordé que mi família cubana me había avisado que no me cogiera la noche en la carretera ya que asaltaban a la gente. Solo me faltaba eso pensé.
Caminé de vuelta hacía la Havana hasta la primera parada de bus y esperé más de una hora a que pasara, una cabeza de camión que tiraba una especie de vagón con ruedas. Llegué a la entrada de la capital donde tenía que cambiar de transporte y coger el especial para motos y bicis que cruzan por debajo.
Esperé con otros motociclistas hasta las 8 de la noche, hora en que terminaba el servicio, y me dijeron que aquello era común, que sólo había un bus y cuando se estropeaba se acabó. Al preguntar que alternativa tenía me dijeron que había que dar la vuelta por nose donde y que en moto eran 35 minutos. MÁS NO, pensé yo, 35 minutos en moto serían como 4 horas caminando........

Con toda mi desesperación me fuí a la parada de los buses que transportan personas y al recibir el no del conductor, que no me podía subir, que tenía prohibido llevar bicis, le planteé la situación, le hice un resumen de mi día, con la maldita bici china comprada por su gobierno, y accedió ha hacerme el favor de pasarme al otro lado.

Cuando toqué el timbre de la casa de " la china" y les expliqué todo lo que me había pasado, no podían parar de reír, y como me dijo la señora " esto es que no debías hacerlo en bicicleta". Me dieron de cenar, y caí rendido a los 5 minutos, estaba muerto.



Con la bicicleta en la mano entré en "la época", y ya en el ascensor me preguntó una trabajadora que había pasado ( el día anterior todo el mundo supo de mi presencia con la dichosa bici).
Al llegar a la cuarta planta, ya me miraron con cara extraña, y en el mostrador, más calmado por las horas pasadas, les expliqué lo sucedido y me devolvieorn el dinero sin nigún poblema, eso sí, los 5 que le había pagado por montarla los había perdido.

Esta vez, y ya resignado a hacer mi tour en bus, me planté en la ciudad de Varadero a primera hora de la tarde. Lo primero que hice fué preguntar por alguna casa particular para alquilar, y cual fué mi sorpresa que me dijeron que ahí estaba prohibido. Al chequear los precios de los hoteles casi me dá algo ya que ninguno bajaba de 60.
Me decidí a volverlo a intentar con las casas y me metí en la zona de los locales. Al preguntar a un señor, me contestó lo mismo, que era ilegal pero que había gente que lo hacía, que tenía que encontrar a la persona adecuada.
Con la segunda persona ya tuve más suerte, y me indicó un chico que alquilaba una habitación. Estuve los 2 días ahí, con la particularidad de que por la mañana no podía andar entrando y saliendo de la casa ya que era cuando más inspectores pasaban.

La ciudad en sí no tiene mucho más que ofrecer que una playa muy justita, muchos resorts de todo incluido y poca cosa más, así que pronto tomé la decisión de cambiarme de lugar e irme hacía la otra costa, mucho menos turísitica, menos cara, y más original.
Los dos días en Varadero antes del cambio los gasté básicamente en la playa por la mañanas, los mediodías y noches buscando restaurantes de locales donde poder pagar en moneda nacional ( el mismo plato cuesta hasta 8 veces menos) y una de las tardes, al preguntar en un bar donde quedaba no me acuerdo que, empecé ha hablar con los empleados y una cosa llevó a la otra.
Acabé sentado en una mesa con los 4 meseros/as ( camareros) hablando de su país, del nuestro y básicamente de sus problemas.
Otra vez estaba inmeros en una charla un tanto comprometida, pero me gustaba hablar con la gente local para saber sus inquietudes.

De los 4, otra vez solo 1, Emilio ( el más mayor) estaba a favor del régimen y echaba toda la culpa al bloqueo americano. Los otros 3 deseaban un cambio, pero lo decían con la boca pequeña, hasta que Emilio se levantaba a atender a algún cliente esporádico que entraba y entonces sí que me expresaban sus ideas con claridad.
Estaban cansados de estar presos en una isla, que no les dejaran tener conexión a internet, que no les dejaran comprar coches ( solo empresas y rentadoras pueden hacerlo), que les vendieran productos malos, etc etc. Era tan real todo aquello, y tan triste a la vez. Cuando volvía Emilio todos volvían a un discurso mucho más moderado y a intentar justificar de alguna manera todos los fracasos del sistema.

Otro aspecto fué las dos veces que entraron policías a pedir algo, el tema de la conversación cambió radicalmente en ambas ocasiones, y yo me quedé muy sorprendido, pero evidentemente les seguí. Me imaginaba a los españoles hace 40 años en la misma situación.
Al preguntarle a Emilio si el creía que ese bar era rentable, me respondió que no, pero si lo cerraban ellos 4 se iban a la calle, y que a él ya le estaba bien hacer poco. Y ahí está el problema del país.

Al fnal me tiré hasta bien entrada la noche, cuando me tuve que despedir de ellos, a pesar de la invitación de uno de ellos, Jose ( filólogo con 5 idiomas y trabajando de camarero) que me invitó a pasar un par de noches en su casa, pero yo tenía comprado ya el ticket de bus, y la verdad quería cambiar ya ese sitio y conocer y ver otras partes de Cuba más interesantes. Mi siguiente destino sería la playa de Girón.


Llegué por la mañana a esta playa, situada muy cerca de Bahía Cochinos, donde los americanos intentaron entrar en Cuba hace algunos años, y fracasaron en el intento. Ya se encargan bien ellos de decirlo por todas partes en esta zona. Cada punto donde hubo batalla hay un cartel victorioso y propagandístico de la Revolución.
Me alojé en otra casa particular, con mi habitación para mi solo, y lo primero que hice fué alquilar una bicicleta ( si, ya lo sé, soy un poco masoca) para poder conocer la zona a fondo.

Ya el primer día me fuí a las playas y caletas que rodean esta pequeña población por el este. Esa vez no tuve problema alguno con la bicicleta en si, sino más bien con los centenares de miles de cangrejos que hay en la carretera muertos y otros tantos que la van cruzando, que si te descuidas te pueden pinchar una rueda ( son de un tamaño importante). Así, entre esquivar a los vivos e intentar pisar los menos posibles muertos, fuí parando en cada uno de los sitios para tener mi merecido bañito.

Además de bañarme, estuve un buen rato, y cuando digo buen, es más de una hora, peleándome con un caballo que no se quería dejar fotografiar para yo hacerle un regalito a mi sobrino Victor ( que cumplía 5 años.....diosss, como pasa el tiempo).
Así, y como no es tarea sencilla usar el disparador automático a la vez que intentas cosas, me di por vencido y opté por la opción más fácil ( que tampoco lo fué), pero al final obtuve una instantánea aceptable. Suerte que ahora ando solo en el viaje, porque entre insultar a bicicletas y razonar con caballos ( cuando ya estaba desesperado) la gente me podría tratar de loco de remate.

El segundo y último día en el pequeño pueblo, lo dediqué, después de un señor desayuno que me brindaron los dueños de la casa, y de ver por televisión los desfiles del 1 de Mayo en La Habana ( madre mia que cantidad de slogans y comida de tarro que les meten),a pedalear con mi bici los 20 kilómetros que hay bahía adentro en busca de los mejores sitios para snorkelear ( hacía el oeste).
Entre el sol, mis chanclas, y de nuevo los cangrejos, no fué fácil llegar, aunque evidentemente no lo hice todo seguido, sino que me lo tomé con calma e iba parando en cada sitio donde veía el aguita con un color turquesa.
El fondo es como una piscina llena de peces, corales y esponjas, y lo único malo es la temperatura del agua, que no es demasiado caliente y después de media hora ya agarras frío.

Entre bañitos, solecito y alguna fotito, llegé al último punto bueno y decidí seguir mi excursión por dentro del parque natural, por unos caminos de tierra y piedras que complicaban si cabe más el avanzar.
Lo cierto es que me las dí de enterado y creía que estaba orientado ahí adentro, pero cuando llegó el primer cruce de caminos y luego el segundo, yo ya no sabía ni donde estaba, todos los senderos eran iguales.
Admitiendo que estaba más perdido que la Caperucita Roja, decidí seguir todo recto por el mismo camino hasta encontrar de nuevo la carretera.

Como tampoco tenía prisa, ya que me quedaban muchas horas de luz, me lo tomé con calma, bajando de la bici y disfrutando de los sonidos de aquel humedal. Además de muchos tipos de pájaro, y de mis amigos los cangrejitos, estaba lleno de reptiles ( lagartijas, lagartos y un par de serpientes).
Me tiré un largo tiempo ( no lo sé exactamente ya que no llevaba reloj) y puse un ritmo más fuerte ya que el sol empezaba a bajar y no quería volver por la carretera de noche.
Encontré una casita perdida en la nada, donde pude preguntar la dirección correcta, y me dijeron que andaba lejos. Pasé por un pueblecito de locales encantador, donde me tuve que parar un rato a ver la forma de vida y charlar con alguno de ellos, y seguí mi camino de vuelta a Girón.

Salir del parque natural no fué sencillo, pero menos todavía fué llegar a la casa. Con un viento de nuevo en contra, y más de 25 kilómetros por delante, ( me había alejado mientras andaba perdido por los caminos) fué un poco torturilla. Además no había bebido ni comido nada desde el desayuno, y ya me estaban dando las 6 de la tarde.
Intenté comprar algo en el camino, pero todos los restaurantes de turistas estaban cerrados, así que me resigné y llegué al pueblo con la noche casi encima, muerto de hambre, de sed y de cansancio. No hace falta que explique como dormí aquel día, a las 9 ya estaba en el quinto sueño.

De buena mañanita y mientras estaba desayunando antes de coger mi bus que me llevara al siguiente destino ( la ciudad de Cienfuegos), resulta que dos gallinas se habían escapado del mini corral que tenía la família. Después de un rato en que el abuelo y la hija no podían pillarlas, salió la abuela de la cocina con cara de muy mala leche y en menos de 1 minuto las agarró y les partió el cuello como si nada.
Volviendo de nuevo a la cocina y mirándome me dijo " estas ya no se escapan más", como para jugar con la señora. Cuando me fuí ya las estaba desplumando y limpiando.

Allí estaba yo, a la hora indicada ( 11:30) en la "parada de bus" ( un árbol en el medio de la carretera principal) y cuando llegó, pasó olímpicamente de mis señas y me dejó más tirado que a un clinex usado.
Ese era el único medio de transporte que recorría los 170 kilómetros que tenía que hacer, así que me quedaban dos opciones: quedarme un día más en el pueblo, cosa que no me gustaba ya que tenía en mente el cambio, o lanzarme a la aventura y desplazarme en guagas ( buses) locales, haciendo trayectos cortos y conexiones.

No me costó mucho la decisión, estaba llegando al final de mi viaje y quería apurar mis opciones. Pregunté donde pasaban los buses y estuve esperando 1 hora. Al comentarle al chófer mi destino final me dijo que me avisaría donde me tenía que bajar.
Recorrimos todos los pequeños pueblos de la zona, dejando y agarrando a gente, y cuando estaba dentro de aquel trasto, me acordé de los viajes en bus de EEUU y estuve pensando todo el trayecto en las diferencias entre la gente y sus comportamientos, nada que ver una con la otra.
Llegados al punto, me indicaron que me tenía que bajar y esperar otra guagua que fuera en mi dirección. La parada de bus estaba en una carretera en el medio de la NADA, y con un sol de justicia que me pegaba en toda la cabeza. No me quería meter dentro de la caseta porque no se veía nada y no quería que si pasaba el bus me volviera a dejar tirado.

Ahí estuve por más de una hora, y a los pocos coches que pasaban la señal de autostop no les servía para nada. Al final detuve una carreta que pasaba en el sentido contrario y les pregunté sobre mi bus. La respuesta no podía ser otra: " es sábado y ya no hay más".
¡Ay mi madre! pensé yo. Eran las 2:30 de la tarde y me encontraba en no se que pueblo en el medio de Cuba, sin transporte y con un calor infernal. Después de pensar sobre las posibles opciones, me vino a la cabeza los pensamientos que había tenido de querer ver la Cuba de verdad, pues ahí lo tenía, no quería vino, pues dos vasos para el nene.
Y yo que tenía planeado llegar a la ciudad y buscar un hotel para ver tranquilamente el clásico de nuestro fútbol...

En el sentido de playa Girón pasaban muchos coches y pensé en volver a mi punto inicial, pero no podía rendirme, me daba igual no llegar ese día a Cienfuegos, pero no volvería atrás, para cabezón yo.
Empecé a caminar en busca del siguiente pueblo, a ver si me podían encontrar un medio de transporte, y con unas rectas interminables por delante, y con mi amigo el lorenzo ahí arriba pegando de lo lindo me puse a caminar.
Cuando llevaba más o menos una hora, en el que no había pasado un solo vehículo en mi sentido para tener alguna chance de que me recogiera, le pregunté a un hombre montado en su caballo donde quedaba el siguiente pueblo. Me indicó que habían 22 kilómetros. ¡mamita!, como no pase nadie estoy muerto, sin agua y sin comida.

Algún que otro buitre ya empezaba a revolotear por encima mio...jajaja y más cuando una chancleta dijo basta y se rompió, entonces alguno ya hizo vuelo rasante para ver mi cara.Otra vez tenía que decidir.
Quedarme sentado en la cuneta hasta que alguien pasara y se dignara a pillarme era la más cómoda, pero también arriesgada, ya que en hora y media no había pasado ni cristo por esa carretera. En cambio si caminaba, al menos me aseguraba estar en el pueblo al anochecer.
Otro problema era mi chancla, y después de pensar, utilicé un hilo que tenía guardado del hostal de Sydney y le hice un remiendo, que por cierto aún dura. Seguí caminando, hasta las 5 de la tarde que llegó el camión, y pongo "el" porque seguro que era el más viejo y antiguo que sigue en funcionamiento.
Pero el caso que paró, y me coloqué como pude ( dios sabrá donde estaba el asiento del copiloto), me llevó al pueblo y además conocía el sitio donde pasaba un bus a las 5,30 que llevaba a los trabajadores de vuelta a la ciudad.Por fin un poco de suerte.

Ya en el pueblo, y esperando el deseado bus, mi siguiente objetivo era encontrar agua para rehidratarme, que llevaba una solera encima de mucho cuidado. En el puesto que tenía al lado sólo vendían cervezas, y no quería moverme de ahí no fuera el caso que perdiera el transporte.
Así, me compré 3 latas bien fresquitas que me bajé en menos de un minuto. Me sentaron a gloria, y además de recuperarme de mi falta de líquidos, me hizo tener un viaje felizmente corto. No llegó a los niveles de Toni en Nimbin ( Australia), vaya día...., pero no estuvo mal.

LLegado a la ciudad con muchas horas de retraso pero con dos cosas positivas: la "experiencia" del viaje y el haber pagado hasta 14 veces menos por no desplazarme en el bus de los turistas. Me busqué el alojamiento y fuí a encontrar un puesto de internet para poder seguir el partido del Español al día siguiente.
Al coger la avenida principal, me quedé muy sorprendido al ver en el portal de una casa, algunas personas con camisetas del Madrid y del Barça. Me acerqué, les pregunté el resultado ( vaya paliza) y estuvimos hasta la noche hablando de fútbol.

Había llegado sin yo saberlo a la capital cubana del deporte rey, y casi el único sitio en la isla donde el fútbol es más seguido que el baseball.
Ellos a parte de ser fanáticos de su equipo local, seguían mucho la Liga española y a la selección, así me empezaron a sacar números, estadísticas, alineaciones. Se sabían de memoria todo acerca de nuestra competición, últimos resultados, clasificación, jugadores. Yo, como no, estaba en mi salsa.
Después de horas de charla me invitaron al día siguiente a escuchar ( ellos lo siguen todo por radio nacional de españa) el partido a través de las ondas y yo acepté encantado. Me despedí de ellos y me fuí en busca de mi merecida cama depués de un día eterno.

Dios, que radio señores, como aquellos antiguos transistores que exisitían hace años en nuestras casas y que ninguno funcionaba, testigos de la Segunda Guerra Mundial. Con un sistema de conexión de la antena de la televisión a la de la radio, conseguían escuchar de una forma irregular algunas emisoras españolas.
De esta manera, con un volumen que iba y venía y con alguna que otra interferencia ( según ellos producidas por el mismo gobierno), pude disfrutar por radio nacional de la victoria de mi equipo y la cosolidación hacía el objetivo en el que pocos creíamos.

Fué una transmisión especial, acompañado por 5 cubanos que desde aquel día, además de dar apoyo al Barça o al Madrid, tendrán un pequeño espacio para nuestros colores blanquiazules.
Sufrimos, reímos, y pasamos una buena mañana con el partido y luego conversando sobre más fútbol, además de otros muchos temas de la actualidad cubana y su sistema político. Seguro que a Fidel le pitaron los oídos en aquellos momentos. Desde aquí, enviarles un saludo a todos ellos y decirle que sigue en mente lo que me dijeron.

Otro domingo más andaba yo feliz por las calles de Cienfuegos y fuí a conectarme a internet para, después de una semana, saber novedades de casa, así como enviar algunas fotos.
Fué una hora de conexión intensa, tenía muchas cosas que mirar y la velocidad era muy lenta, ilógico por el precio que te cobran, pero eso es Cuba.
Entre otras cosas, fué entonces cuando me dí cuenta de la gravedad de la situación en Méjico, ya que hasta la fecha, la gente lo comentaba por la isla pero yo no le dí demasiada importancia, pensaba que era una simple pasa de gripe a lo grande. Pero cuando ví que habían miles de afectados y sobretodo 100 muetros me dije: yeps, això és greu noi.
Respondí los mails de toda la gente que me había escrito preocupada y decidí ir a un centro de atención turística para saber si eso me afectaba en mi viaje.
Antes de eso, tuve que llamar a Cinto por un tema urgente y también comprobé que con el teléfono tienen un grabe problema de sobrecotización, y esque 5 euros el minuto me parece un tanto exagerado. Suerte que se enrrolló y pasado poco tiempo me llamó él al sitio donde yo estaba. Igualmente fué, y de largo, la llamada más cara que he hecho en toda mi vida.

Ya con todo más o menos resuelto, me dirigí a la agencia de viajes más cercana a recibir la información. En el camino, y seguramente afectado por haber habaldo con él hacía instantes, me entró en el cuerpo una tendencia hipocondríaca "made in Cinto" que hacía que el dolor de cabeza que yo tenía causado por la insolación del día anterior lo relacionara con la gripe porcina.
Aquí se empezaría a torcer mi estancia en Cuba, y sería el principio del fin.

Al ser atendido por la chica, me reiteró que la situación no era fácil y que Cubana había suspendido todos sus vuelos hasta el día 20 de Mayo. Fantástico pensé yo, ya tenía que volver a pensar en soluciones....que pereza.
Intenté que ella me diera alguna opción para yo poder salir del país y seguir con mi viaje, pero se limitó a decirme que me tenía que remitir a la oficina central en La Habana. Hice un amago de protesta, pero la cara que me puso la pobre chica ya me dió todas las respuestas que necesitaba.

Así, en lugar de subir al bus que me iba a llevar a la ciudad de Trinidad, me dirigí a comprar el que iba a la capital. Al decirme que era por la tarde me dió bastante palo. Ya que tenía asumido que no iba a ver cosas nuevas en Cuba, quería llegar cuanto antes para solucionar lo del vuelo.
Me moví por las afueras de la terminal para ver si encontraba otra alternativa y lo hice en unos particulares que ofrecían por le mismo precio de "turista" su coche. No me iba a ahorrar dinero, pero si que iba a llegar 4 horas antes.

Durante el trayecto, además del ya citado dolor de cabeza, me vinieron unos dolores estomacales producidos por la saturación de comida callejera que hicieron las 3 horas de trayecto un poco agónicas. Y esque a pesar de tener el estómago a prueba de bombas, aún hay veces que me pide un descanso.

Ya de regreso con mi família, y después de explicarles todo lo sucedido, me tiré en la cama a eso de las 9 de la noche, y ya no me levanté más. El dolor tanto de cabeza como de barriga habían ido a más, e incluso me entraron escalofríos que me hicieron sentir como si tuviera la fiebre porcina, la amarilla y todas las del mundo. Pensé en ir al médico si por la mañana no mejoraba, pero como ya se sabe que el sueño lo cura todo, 13 horas seguidas navegando en el submundo me hicieron reponerme casi por completo.


Entré en la oficina de Cubana de Aviación a las 9 de la mañana, con la idea clara de luchar por mis derechos como consumidor,y pronto vi que eso en Cuba es papel de fumar, que ni derechos ni cuentos chinos.
Hablé con uno, con el otro, con el de la moto, y ninguno me sabía dar una respuesta en firme. Al final la supervisora, y al ver mis argumentaciones ( al final ya puse un poco de teatro al asunto), me dijo que me transferian el vuelo a Mejicana de Aviación que si que volaba, sin cargarme nada.
Tuve que coger el vuelo del día 6 por la noche y adelantar mi salida de la isla, ya que sino no llegaba a la conexión con Miami. Dejé todo cerrado, y salí de las oficinas pasadas las 3 de la tarde.

Apuré mi último día y medio visitando algunas cosas que me habían quedado en el tintero, volví a la Universidad en un día lectivo donde pude conversar con varios alumnos, me acabé de recuperar de mis problemillas de salud, la familia me invitó a cenar ambas noches, aproveché el tiempo para escribir este interminable post, y también ayudé ha hacer unas cartas a la madre remitidas al registro en España para conseguir la doble nacionalidad. Por cierto, estas cartas las estoy cargando yo para asegurar que llegan a destino, y esque desde Cuba a veces se quedan por el camino.

Llegado el momento de la marcha, me despedí de ellos y ya de noche me dirigí en taxi al aeropuerto. Con mi cabeza ya pensando más en el largo día que tendría por delante en Cancún y en las playas de Miami, me planté delante del mostrador para hacer el chek-in y me di cuenta de que aún me quedaba un último capítulo por escribir.

La señorita amablemente me comunicó que el vuelo de la tarde había sido cancelado y que los pasajeros los habían colocado en el de la noche. Así, los que teníamos el billete con Cubana teníamos que esperar hasta 1 hora antes de la partida para ver si teníamos sitio, y sino, esperar al día siguiente.
NO PODÍA SER!!, no podía tener tan mala suerte. En este punto, y a pesar de intentar controlarme, el cable se cruzó y educadamente pero con tono disgustado expresé mi oponión.
Ante mis quejas me remitieron a las oficinas, y de ahí de nuevo al mostrador. Yo andaba por el aeropuerto como un gato con los pelos de punta, con cara de muy mala leche. Sabía que no me podía poner muy tonto porque me dejarían en tierra, así que les pegué tal rollo durante 45 minutos que al final casi me ponen en primera clase.

Con mi objetivo cumplido ( ya que huvo gente que no pudo subir a ese avión), embarqué al aparato viendo como la gran mayoría de mis compañeros lucían una máscara en su cara.
Nos la habían ofrecido al módico precio de 2 dólares, pero además de no llevar efectivo, no creí que si dejaban volar fuera tan grave. Me tranquilizó que las azafatas no llevaran, aunque por si acaso yo me iba tapando con la mano o con la camiseta.

Llegué a Cancun con la incertidumbre de no saber como estaba la situación, después de la falta de comunicación que sufrí en la isla. Al bajar, vi que casi nadie del personal la llevaba y al preguntar a un chico me dijo que en esa zona no habían tenido casi casos, que todo era una exageración de los medios de comunicación.

Así, pasé la noche en un banco, junto con unas inglesas que volaron conmigo, y a las 5 de la mañana me fuí a intentar cambiar el horario de la conexión. Por fin un poco de suerte, me dijeron que no había problema, y que mi avión salía a las 7.
Pasé los controles médicos que habían puesto en la terminal, y ya me dispuse a poner rumbo de nuevo a los Estados Unidos.



La verdad esque mi estancia en Cuba me a servido para ver como un sistema obsoleto sigue en pié por el beneficio de unos cuantos. Y esque en un país donde los licenciados prefieren trabajar de camareros o de botones para cobrar las propinas en moneda extranjera, ya te dice todo del kaos y del estado vegetativo en que se encuentran. No pueden avanzar, no les dejan.
Y para terminar, me quedo con la frase de uno de los estudiantes con el que hablé el último día: " No hay mal que por 100 años dure, ni cuerpo que lo aguante".


Aquí están las fotitos: http://picasaweb.google.com/guillermo.de.prada2/BarbeCuba#

Hasta la próxima.

Barbe.

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